No sé cómo te lo montas, amigo febrero, pero siempre parece que vamos pisándonos los talones el uno al otro. Precisamente, en el curso del último mes, mis salidas de campo por motivos del curro me han llevado tres veces a la zona en cuestión. Lo irónico del asunto es que lo que hago por allí es, de hecho, buscar "arbolitos".
No en vano las laderas de las cuerdas occidentales de la Sierra de Pela, alrededor de maravillas como Pedro, Sotillos, y Manzanares (los dos últimos despoblados), y junto al yacimiento de Tiermes, están pobladas de bosques de frondosas de gran riqueza, entre las que se cuentan monumentales serbales ó jerbos, magníficos nogales, rebollos por doquier, cerezos de monte de buen porte, álamos temblones y diversos híbridos entre Populus, así como avellanos, cornejos...
Además, en el estío no es difícil observar al alimoche compitiendo por el pan con los sempiternos leonados, sobre los poco conocidos y muy sorprendentes cañones de Torrevicente, Caracena y Pedro. El águila real también campea por allí, y en un par de ocasiones hemos podido ver al buitre negro evolucionar por terrenos de los que parecía haber desaparecido en los últimos años. Cada valle de esa comarca dura y fría es una explosión de vegetación endémica.
Tengo pendiente el colgar un reportajillo sobre la zona, con fotos hechas este otoño en nuestras salidas laborales. Tu reportaje, como siempre impecable en factura y sensibilidad e inductor de reflexión, me ha recordado las fotos que tengo pendientes de mostrar, y que por mostrar los oasis relictos de la comarca, creo que pueden complementar estupendamente esta entrega. Así, si no tienes inconveniente, presentaré mi próximo repor como segunda parte de este tuyo.
Gracias por demostrarnos, a quienes disfrutamos de las cosas sencillas y nos sentimos colmados con lo más austero de lo natural, que todavía no somos tan pocos y anacrónicos como pueda parecer... Un afectuoso saludo