A riesgo de ser quisquilloso, no es el mismo pueblo Pedrajas (de San Esteban), que La Pedraja (de Portillo), el primero esta a lado de Iscar y el otro donde ha pasado lo del Polideportivo a lado de Portillo
Por cierto la Diputación baraja unas rachas máximas de 120 km/h, como causa del desplome:
VALLADOLID
La Diputación encarga dos informes
F. MAÑOSO/VALLADOLID
El diputado de Acción Territorial, Alejandro García, manifestó ayer que todo apunta a que fue
la fuerte racha de viento -hasta de 120 kilómetros por hora- la causante del hundimiento de la cubierta del polideportivo de La Pedraja del Portillo el pasado viernes. En ese sentido, anunció que la Diputación, en colaboración con el Ayuntamiento de la localidad, encargará un informe a una empresa especializada para determinar las causas del siniestro; así como otro al Instituto de Meteorológico, «para poder sacar conclusiones». Alejandro García mantuvo ayer por la mañana una reunión con el alcalde de La Pedraja y con el redactor del proyecto de la obra del polideportivo, para quien el fuerte viento se baraja como la causa principal del hundimiento
Y la experiencia del propio chaval, digna de Twister:
MARIO NIÑO DE DOCE AÑOS HERIDO EN EL DERRUMBE DEL POLIDEPORTIVO DE LA PEDRAJA
«Una placa me rompió la pierna; otra vino contra mí, pero logré sortearla»El pequeño se recupera en el Clínico de una doble fractura sufrida al tirar el viento el pabellón deportivo donde jugaba
ANA SANTIAGO/VALLADOLID
La Diputación encarga dos informes
El susto todavía se refleja en sus ojos verdes. Sentado, con su pierna izquierda escayolada y reposada sobre una silla, cuenta desde su habitación del Hospital Clínico sus recuerdos, confusos pero muy reales, y marcados por la incomprensión de lo que vivió la tarde del pasado viernes. Mario nunco quiso ser protagonista más que de la portería que defiende en su equipo de futbito.
La tarde del día 16 ocurrió lo más inesperado. El pequeño, de doce años -hasta abril no sumará trece- estaba con sus compañeros de equipo en el pabellón deportivo de La Pedraja de Portillo, su pueblo, donde siempre se ha sentido seguro. Defendía la portería cuando oyó
«un ruido muy fuerte y vimos que voló una chapa, se abrió un agujero en el techo y, por el hueco, entró mucho viento, un viento que lo envolvió todo, lo levantó». «Salí corriendo, todos empezamos a correr -había unos treinta niños- y oía chillidos y a las monitoras que nos gritaron que saliéramos, que corriéramos». A Mario le tiemblan las manos cuando lo cuenta, sus padres le ayudan en el relato y explican que «ha tardado mucho en contarlo, lo hace a trozos» y no acaba de hilvanarlo bien. Mario se vio pequeño,
frente al ruido del viento, de los gritos, de las placas y chapas volando como si de papel se tratara, y se refugió en los vestuarios. «Estaba muy asustado».
Vestuarios
El escondite no le pareció seguro y no tardó en salir. Mario se encontró de nuevo en medio del pabellón, derruido, sin nadie, sin entender nada y huyó de él,
ya fuera un panel, como de algo más de un metro, explica el pequeño, «se me echó encima, me dio en la pierna, me cortó y me tiró al suelo. Entonces, otra vino contra mí y la logré sortear». Mario se pusó en pie y «arrastrando la pierna izquierda -el diagnóstico posterior concretó que tenía una fractura de tibia y peroné- conseguí llegar a un contenedor». Allí pidió socorro. «Grité hasta que unos chicos del pueblo acudieron en mi ayuda».
«Me lo trajeron a casa y no pude hacer nada ni llamar a emergencias; lo hicieron por mi y yo solo podía abrazarlo», recuerda su madre. Numerosas ambulancias estaban ya de camino y un equipo médico atendió al pequeño que fue trasladado al Clínico, donde permanece ingresado.
Mario confiesa un miedo terrorífico. «Sueño por las noches con ello, tengo pesadillas» y «durante el día, intento olvidarlo, hablo de otras cosas». Y sus padres añaden que sueña en voz alta y que aún lo «vive con angustia».