Los dinosaurios enseñan nuevas plumas en Nueva York

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Los dinosaurios enseñan nuevas plumas en Nueva York
« en: Lunes 16 Mayo 2005 11:48:41 am »
Los dinosaurios enseñan nuevas plumas en Nueva York
El Museo Americano de Historia Natural recrea un bosque mesozoico chino de hace 130 millones de años en el que se despliegan, casi al alcance de la mano, 463 modelos de animales, entre ellos 24 dinosaurios de todos los tamaños y 58 fósiles auténticos

ALFONSO ARMADA. CORRESPONSAL/NUEVA YORK.
 
 
A Holden Caulfield le gustaba sobremanera el Museo Americano de Historia Natural porque en sus vitrinas nada parecía cambiar nunca, y sin embargo no han dejado de restaurar las antiguas ni de ampliar el repertorio de ventanas al mundo natural. No es previsible que el reservado J. D. Salinger, el padre de Caulfield, abandone su reclusión en Connecticut para comprobar hasta qué punto la exposición que se inauguró el sábado en las salas de paleontología de este maravilloso museo neoyorquino hubiera emocionado al inmortal protagonista de «El guardián entre el centeno».

No exageran los publicistas de la institución cuando dicen que «Dinosaurios: antiguos fósiles, nuevos hallazgos» cambiará de forma radical nuestra percepción de los dinosaurios. Nuevos hallazgos, como el pequeño carnívoro Bambiraptor feinbergi, y estudios en paleobotánica, biología y biomecánica, «proporcionan poderosas pruebas de que los dinosaurios están estrechamente relacionados con los pájaros de nuestros días».

El túnel del tiempo

La gema de esta deslumbrante puesta en escena de una exposición que estará abierta hasta el 8 de enero del año que viene y que luego viajará a Houston, San Francisco, Chicago y Raleigh es un diorama transitable que recrea un bosque mesozoico chino de hace 130 millones de años en el que casi todas las especies y plantas han desaparecido de la faz de la tierra. Se trata de un viaje por el túnel del tiempo que hubiera dejado sin habla al verborreico Holden Caulfield.

«Desde que el primer esqueleto fósil de un Apatosaurus -acaso el mayor y más espectacular ancestro animal- fuera instalado a comienzos del siglo XX, el American Museum of Natural History se ha convertido en sinónimo de todo lo que se descubre y atesora en torno a los dinosaurios», dice Michael J. Novacek, conservador jefe de paleontología de un museo que cuenta con la más nutrida colección de vertebrados fósiles del mundo, con cerca de un millón de especímenes, y que con estos «antiguos fósiles, nuevos hallazgos» da un paso más allá y se convierte durante más de medio año en tentación ineludible para los devotos del mundo perdido. Sirve de anfitrión un «individuo» reciente descubrimiento, el fósil de un Bambiraptor feinbergi, el mejor conservado y el más completo dromaeosauro jamás encontrado en Estados Unidos, y un convincente nuevo eslabón que abunda en los «vínculos evolucionistas entre los dinosaurios y los pájaros» alumbrados durante la última década.

Esplendor digital

Gracias a la biomecánica (que combina biología, física e ingeniería), y al empleo de la informática y la tecnología digital en tres dimensiones, los científicos y artistas del museo han reconstruido los movimientos de un Tyrannosaurus rex -su esqueleto a escala natural sobre una pata es un ejemplo de terror científicamente ilustrado- y han diseñado un Apatosaurus de metal articulado desplegado ante una triple pantalla sobre la que se superponen las vértebras, los tejidos y los músculos del larguísimo cuello de este hervíboro antes de aparecer moviéndose en todo su esplendor digital.

Después de una batería de trofeos, en la que en lugar de cabezas de toros de lidia o de ciervos se exhiben las mucho más temibles cornamentas que coronan la testuz de Protoceratopos, Archiceratopos y Triceratopos, y la sospecha extraída de nuevos fósiles de que más que como arietes tenían una función ornamental para permitir que las especies se reconocieran entre sí, el viaje al más remoto pasado del planeta desemboca en un diorama franqueable. Los dioramas, una de las esencias de este museo, síntesis de arte y ciencia, son vitrinas donde animales disecados y fósiles, plantas y rocas reproducen en tres dimensiones, que se funden soberbiamente con fondos pintados, escenas de todo el espectro natural.

Para el bosque de Liaoning, los artistas del museo han roto la vitrina y desplegado casi al alcance de la mano 463 modelos de animales, entre ellos 24 dinosaurios de todos los tamaños y 58 fósiles auténticos. Además de lejanísimos parientes de las cucarachas y las libélulas, entre los más vistosos ejemplares de esta fauna congelada entre agua que corre y una rica atmósfera sonora destaca un nuevo tipo de tiranosaurio primitivo, el Dialong paradoxus, cubierto de protoplumas, dinosaurios enanos con atrevida cresta de cerdas y un híbrido de vampiro y ogro a punto de zamparse un coleóptero.

Para darle verosimilitud a los árboles y plantas de este insólito edén mesozoico de 130 millones de años, los paleobotánicos del museo se han basado en especímenes recogidos en el condado de Burlington, al otro lado del Hudson, en Nueva Jersey, donde se encuentran restos de lo más parecido a un bosque prehistórico en toda la Tierra. Antes de resaltar que cocodrilos, lagartos, serpientes, tortugas, caracoles, tiburones y pájaros son individuos cuya fronda genealógica les liga a los dinosaurios, este viaje a los orígenes termina abundando en tres de las hipótesis más verosímiles a la hora de explicar la extinción de los dinosaurios, desde el impacto de un asteroide contra la Tierra a un cambio climático global y una cadena de erupciones volcánicas o, parafraseando la famosa serie narrativa de Lemony Snicket, «una serie de acontecimientos desafortunados».
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.