Con el debido respeto, creo que no os dais cuenta de una cosa: nos gustan aquellas cosas que son poco frecuentes y por ello cuando se producen constituyen un acontecimiento emocionante y digno de admiración: por ejemplo: una nevada. En mi pueblo suele nevar una o dos veces al año (algunos años cuaja). Por eso, cuando sucede, es motivo de regocijo para todo aquel que conserve algo del niño que todos hemos sido.
Pero si viniese una glaciación, acabaríamos hartos de nieve, de hielo y de frío, por no hablar de los daños a la agricultura y al turismo: por lo tanto a la base de la economía de todo el país.
Yo no deseo ni una glaciación ni un sobrecalentamiento: "virgencita virgencita, que me quede como estoy".
Saludos.