El caso del Mar Menor es la crónica de una muerte anunciada, y tiene que ver con el cambio de modelo agrícola del Campo de Cartagena, una enorme extensión de hasta 30.000 hectáreas cuyas aguas vierten a la laguna.
Llevo veraneando allí desde que nací, y he visto con mis psopios ojos la transformación de todo ese territorio desde un modelo de agricultura de secano tradicional a otro intensivo. En las tres últimas décadas, los almendros, el olivar, el cereal o los algarrobos han dado paso a cultivos hortícolas con un altísimo uso de abonos y fertilizantes. Esto se ha visto agravado con el uso de desaladoras particulares que extraen agua del acuífero salinizado y luego vierten las salmueras a canales que acaban vertiendo al Mar Menor una mezcla de nitratos, fosfatos, herbicidas y otros compuestos químicos. A eso hay que sumar los nutrientes que entran por vía subterránea, que se ha calculado son 9/10 de los mismos.
Como consecuencia, hace unos 20 años dio comienzo un proceso de eutrofización que se manifestó en un cambio en la composición faunística de la laguna, cuyo ejemplo más petente fue la proliferación de medusas. Éstas, que lo que hacían era filtrar los detritos y consumir el excedente de fitoplancton, eran retiradas por toneladas porque "molestaban a los bañistas". Ahora, la turbidez es tal que la pradera de fanerógamas ha dsaparecido del 85% del fondo marino (el Mar Menor tiene una profundidad máxima de apenas 6 metros), conduciendo a una anoxia generalizada que tiene difícil solución.
Hasta aquí la vertiente agrícola del asunto. Añádase ahora la proliferación de puertos deportivos, espigones, etc. que han modificado las corrientes. El exceso de embarcaciones a motor que remueven los fondos marinos. Los sedimentos de plomo y otros metales pesados que desde hace décadas se han ido depositando procedentes de la Sierra Minera. El desarrollo urbanístico descontrolado sin infraestructuras adecuadas de conducción y tratamiento de aguas residuales...
Un atentado ecológico en toda regla, de muy difícil solución, y que sin duda se estudiará en las universidades de todo el mundo en unas décadas. Para los que hemos podido disfrutar de ese paraíso en su esplendor es muy doloroso.