Pues es cierto, en Finlandia estamos en medio del "yötön yöt", las noches sin noche. Aquí en el Sur no es tan espectacular (el sol se pone unas horas), pero aún así se puede disfrutar del momento. En Helsinki, por ejemplo, hay como 4 horas oficiales de noche, pero es una noche que no deja de ser un crepúsculo en su momento más oscuro; con un poco de buena vista se puede leer un libro sin necesidad de ninguna luz artificial. Un fenómeno curioso es que el resplandor que se ve en elhorizonte (el sol se intuye agazapado allí mismo) va variando de Noroeste a Noreste durante la noche. Ni que decir tiene que tanta hora de día (y sin persianas
) altera los ritmos vitales de todo bicho viviente, empezando por los más pequeños y alborotadores (los mosquitos no pegan ojo los cabrones
), hasta los seres humanos (se duerme menos aunque, en general, uno se encuentra con más energía para todo). Los solsticios son fechas claves en cualquier parte, pero en Finlandia tienen aún mayor significado si cabe debido a la enorme dualidad noche-día que llevan aparejados. El solsticio de verano, aquí llamado "Juhannus" (nuestro "San Juan"), es el acontecimiento más celebrado en toda Escandinavia. La gente huye en masa a las innumerables cabañas que se dispersan a las orillas de los no menos innumerables lagos, o islas. Hay un dicho finlandés que se podría traducir así: Navidad es todos los años, pero San Juan sólo una vez al año. Pocas cosas hay más típicamente finlandesas que tomar una sauna antes de cenar, y sentarte en pelotas en el embarcadero de tu kesämöki (la cabaña de verano), con una cerveza en la mano (una Lapin Kulta sienta de cojón en estos momentos), contemplando como el atardecer languidece en el horizonte y la noche no viene nunca. Un regalo de los dioses.
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