El del lince ibérico es un tema de discusión muy recurrente en los seminarios y congresos sobre biodiversidad, y la verdad es que reina el pesimismo. La actual población estimada es demasiado baja, y es de esperar que los futuros descendientes sean víctimas de la deriva genética. Eso no quiere decir que haya que bajar los brazos, ni mucho menos, y es de agradecer el interés (tardío) de las administraciones, por lo menos se va a intentar, que es lo mínimo que se pide.
En el medio tan antropizado que hemos creado, los especialistas, como el lince, tienen escasa cabida, a diferencia de los oportunistas, como el zorro, que se las apañan a las mil maravillas aprovechando lo que toque en cada momento. Coincido en que la clave es el conejo, base de la cadena trófica de los ambientes mediterráneos. Lo natural en nuestra península sería su abundancia, y entonces unos cuantos predadores podrían convivir mal que bien, pero cuando ha habido escasez por la mixomatosis, el lince, por su elevada especifidad hacia el conejo, ha sido mal competidor frente a otras especies que le "roban" conejos pero que se alimentan indistintamente de otras muchas presas.
Luego hay otros rasgos del comportamiento del lince, como su agresividad entre adultos del mismo sexo, no permitiendo la intrusión de otros individuos en sus dominios, que hacen que se necesite mucho terreno para poder albergar poblaciones grandes y estables.
De todos modos, el conejo está en franca recuperación en muchos lugares, en algunos vuelve a ser muy abundante. Habrá que seguir con atención los logros futuros de estos nuevos centros, a ver si quedan mínimas esperanzas para el felino más amenazado del planeta. Al menos, respecto a esta especie, existe bastante concienciación a nivel popular, que ya es algo. Ojalá otras especies animales y vegetales autóctonas vulnerables tuvieran ese apoyo desde ahora mismo, sin esperar a que su situación sea crítica.
Saludos