Qué ha pasado realmente con el hielo de GroenlandiaDebido al revuelo que se ha formado con las últimas informaciones difundidas por varios medios de comunicación en relación al deshielo producido en Groenlandia, hemos creído oportuno ofrecer una explicación de lo que realmente ha sucedido en la isla danesa de mano del catedrático Manuel de Castro.
Manuel de Castro, Catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de Castilla-La Mancha
A la izquierda, Groenlandia el 8 de julio. A la derecha, cuatro días después. / NASA
El laboratorio JPL de la NASA ha detectado mediante una familia de satélites que el pasado 12 de julio se llegó a formar agua líquida sobre el 97% de la superficie helada de Groenlandia. Esto no significa, ni mucho menos, que se haya fundido la totalidad del hielo, sino solamente una capa superficial de escaso espesor.
¿Qué es lo sorprendente del hecho?. Desde luego no que en el territorio helado de Groenlandia se funda hielo en la capa en contacto con el aire durante el verano, pues eso se repite todos los años. Lo insólito es que por primera vez, desde que hace unas tres décadas se dispone de observaciones con satélites, se ha constatado que el proceso ha tenido lugar en la casi totalidad de la superficie, incluidas las zonas por encima de 2000 m de altitud, y además con una extraordinaria celeridad, pues casi un 60% de superficie total fue afectada en apenas cuatro días.
La explicación radica en el estancamiento sobre la totalidad de Groenlandia de una masa de aire muy cálido procedente de latitudes más bajas. Se trata sin duda de un suceso extraordinario, ya que el record observado por satélites no había sobrepasado hasta ahora el 75% de la superficie, pero no es inédito pues, por el rastro que dejan estas fusiones superficiales por debajo del hielo que se vuelve a formar en el invierno siguiente, se tienen evidencias de hechos similares en el pasado; la última vez hace 150 años.
Entonces, ¿por qué preocuparse? Los valores record en fenómenos climáticos extremos no suelen tener en sí más interés que el numérico, pero lo que debe inquietar es que se incremente su frecuencia, como desgraciadamente se observa en Groenlandia. Hay que tener en cuenta que el agua fundida forma lagos en las hondonadas desde donde, a través de pequeñas grietas, puede llegar a la base de la corteza helada e inducir una lubricación que debilita su fijación sobre el suelo rocoso. La deformación que eso provoca en la base de los glaciares aumenta el riesgo de su rotura e incorporación al océano, donde se acaban fundiendo irremisiblemente. Este proceso es muy lento, lleva décadas. Pero si ese aporte agua líquida a los océanos fuera superior al de la nieve que se acumula en el resto del año sobre Groenlandia, contribuiría lógicamente a elevar el nivel oceánico. De hecho, las observaciones permiten estimar que solo Groenlandia ha contribuido a una elevación oceánica de unos 6 mm en los últimos diez años, mientras que en la década precedente no llegó a 2 mm.
Por tanto, como ha comentado la glacióloga Lora Koenig de la NASA, lo preocupante es que hechos excepcionales como éste se repitan en los próximos años, porque sabemos bien que muchos procesos en el sistema climático se caracterizan por la ausencia de linealidad, lo que traducido al lenguaje vulgar significa que sus consecuencias finales no suelen guardar proporción con las causas que los desencadenan.
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