Al hilo de lo que se ha venido comentando en este topic acerca de la importancia de los núcleos de condensación para que se formen las gotitas de niebla, me viene a la cabeza la imagen de Londres a finales del S:XIX; una ciudad cubierta casi permanentemente de una espesa capa de niebla pestilente, que hacía muy peligroso caminar de noche por sus calles (todavía hoy hay que tener cuidado por los callejones del Soho, aunque no haya niebla).
En ese Londres brumoso en el que Sherlock Holmes buscaba pistas junto a Watson y en donde Jack el destripador iba matando prostitutas, la niebla era una constante de la vida londinense y se hizo tan famosa como el té de las cinco o las campanadas del Big Ben; sin embargo ahora no tenemos en Londres demasiados días de niebla y habría que remontarse hasta diciembre de 1952 para encontrar hasta 5 días seguidos (lo que causó miles de muertos
).
Estas situaciones de niebla persistente eran mucho más frecuentes a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, ¿qué es lo que ha cambiado en Londres si el Támesis sigue estando en el mismo sitio?
La respuesta está en la eliminación progresiva de las industrias y de sus humeantes chimeneas, que antaño llenaban la ciudad. La presencia del polvo de carbón y de otras partículas sólidas en suspensión junto al vapor de agua procedente del río (así como de las advecciones cálidas de los frentes atlánticos) metían la niebla sucia (el famoso smog) en la ciudad de forma habitual, lo que convertía a la atmósfera de Londres en una de las más insanas del mundo.
Algo parecido, aunque a una escala menor, ocurrió también en otras importantes ciudades industriales británicas, y aún hoy pueden verse las consecuencias en las fachadas de los viejos edificios sin restaurar, mostrando una gruesa capa negruzca de mugre.
En resumidas cuentas, que los aerosoles (sean o no de origen industrial) intervienen en el desarrollo final que pueda tomar un banco de niebla.