Hombre es que la diferencia entre avisar y no avisar de la muerte por disparos a un lince, es un delito muy grave contra la fauna protegida. Este lince como todos los que fueron liberados recientemente están radiomarcados y se les puede seguir la pista a la perfección, y tanto si dejan el cuerpo donde está como si lo cogen y lo tiran a un vertedero, se acaba sabiendo.
Los primeros culpables son los responsables de la reintroducción del lince por liberarlos en una zona como la provincia de C.Real. Eran muuuchas las voces que advertían del fracaso que supondría liberar linces aquí por las pocas garantías de supervivencia para el lince dadas las circunstancias, los linces salvajes no pasan de Andalucía no porque haya una muralla, sino porque acaban muriendo de las formas que ya conocemos. En tres meses, dos de los ocho linces muertos. Al final lo que tenemos es un montón de dinero tirado a la basura, la supervivencia del lince puesta en duda y animales sufriendo un destino que se podría evitar pero que no les sale de las pelotas a ciertas personas.
Lo segundo, no sé qué más hace falta para demostrar que la caza y la conservación natural, especialmente si de especies protegidas hablamos, es incompatible. Es que esto no es un caso aislada, hace dos semanas mataron a tiros a un águila pescadora y un tarro blanco en el Delta del Ebro. La finca en la que se ha matado al lince, ya fue procesada por la muerte de especies protegidas, entre ella águila imperial. Cada año son muchas las especies protegidas (o no protegidas, lo mismo da) que mueren por disparos, cebos envenenados, trampas y lazos (permitidos o ilegales) o incluso atrapados en vallados cinegéticos. Es que ya está bien de tragarnos el cuento de lo tan beneficiosa que es para la naturaleza y la economía.
Al menos la Federación Española de Caza ya ha emitido un comunicado criticando duramente lo ocurrido, la insensatez de disparar sin estar 100% seguro del animal que es y anunciando que se personará como acusación particular contra el cazador.