Hace unos años decidí Suiza como destino para mis vacaciones estivales. La grandiosidad de los Alpes, los impresionantes paisajes que se pueden ver en cualquier parte del país y las ciudades de esta zona de Europa me atraían poderosamente.
En Suiza tuvimos la base en tres puntos: Interlaken, para poder observar la explosión de montañas del Sur del País; Basilea, que nos permitió recorrer las ciudades del Norte y Este así como conocer la Selva Negra alemana y Lausanne para el centro, Oeste de Suiza y MontBlanc ya en territorio francés.
En este reportaje, casi exclusivamente me voy a limitar a mi primera etapa donde la naturaleza fue la principal protagonista: Interlaken
A media mañana entramos a Suiza por la frontera de Ginebra, tras pagar el canon por utilización de autopistas fuimos bordeando todo el lago Léman por el cantón de Vaud hasta llegar al de Fribourg. Decidimos, no seguir por la vía más rápida, la autopista, y para acceder a Interlaken lo hicimos pasando por zonas más pintorescas como el Pays d’Enhaut y Gstaad.
La actividad tormentosa predominaba en gran parte de éste sector aquel día. En los alrededores de Gruyères, las grandes montañas comienzan a observarse.
Pueblos y ciudades muy limpios, con exquisito gusto en ornamentar sus jardines y flores, muchas flores en todas las ventanas y balcones. Imágen de la población de Gruyères.
Interlaken es una ciudad en mitad de los lagos Thun y el Brienz— es muy tranquila con numerosas casas del siglo XIX y como es habitual en Suiza, los balcones de las casas adornadas de muchas flores. En los alrededores encontramos los típicos paisajes suizos con sus casas de madera, rodeadas de bosques y verdes praderas.
Y este és el aspecto que ofrece el macizo de la Jungfrau entre los lagos de Thun y Brienz
Y el lago Thun, en un marco incomparable de enorme belleza.
La región del Jungfrau dispone de una estupenda red de trenes de montaña, trenes cremallera y teleféricos, como no podía ser menos en un país donde sacan el máximo rendimiento de sus montañas.
A pocos kilómetros de Interlaken, en Lauterbrunnen esta la estación del cremallera con destino a Kleiner Scheidegg (2061 m) pasando por Wergen, población ecológica donde está prohibido cualquier vehiculo que no sea electrico.
Esta es la Jungfrau vista desde la estación de Kleiner Scheidegg y el cremallera que sube a la Joungfraujoch.
Despacio, a un ritmo constante los suave trenes cremallera se desliza por las laderas de estos paisajes con enormes montañas y algunos glaciares que impresionan, más própios de los cuentos infantiles, donde la naturaleza lo conquista todo, donde te sientes insignificante, muy pequeño ante el espectaculo que te ofrece la naturaleza.
El Eiger, la mítica cima que se eleva frente a Grindelward.
Desde la estación de Klein Scheidegg, 2.061 metros, otros cremalleras descienden hasta la pequeña estación de la localidad de Grindelwald, a 1.034 metros.
Grindelwald es como un cuento de hadas. Desde aquí es necesario levantar la vista hasta que nos duela el cuello para sentir el abrazo inmenso y estremecedor de las enormes montañas que nos rodean como una gran muralla de unos cuatro mil metros.
En la Jungfraujoch está la estación de ferrocarril más elevada de Europa, a 3.475 metros de altura. En la subida se aprecia todo el valle, las cimas de las montañas cercanas... De repente un túnel nos engulle, y es que estamos ¡dentro del Eiger! el tren sube a la Jungfraujonch por dentro de la misma montaña, por sus entrañas
Un largo agujero abierto en el corazón de la montaña hace cien años es hoy una de las mayores atracciones turísticas de la zona. Tiene dos paradas dentro de la gran caverna: Eismeer y Eigernorwand. Desde ellas y a través de unos inmensos ventanales podemos asomarnos desde la cara Norte, una pared vertical de unos 1000 metros. Uno de los grandes mitos de la escalada mundial.
Vista desde la estación de Eismeer
Y esta es la imágen desde la estación de Eigernorward dentro del Eiger con una temperatura en el tunel de menos de 5º en agosto. En el exterior hielo y más hielo.
Y arriba, en la Jougfraujoch el cuerpo comienza a sentir la energía que fluye de estas montañas, abajo quedan los valles y sus casitas. Un mundo de hielo y glaciares se extiende ante los ojos. El corazón se agita mientras por la retina penetran unas imágenes impresionantes. Pese a estar en pleno mes de Agosto hace frío pero un esplendido Sol me acompañó este día, el único día de Sol. Tuve mucha suerte porque para contemplar con todo su explendor esta zona de los Alpes, és necesario encontrar un día claro y de buena visibilidad.
El Pico Jungfrau (4158 metros)
Cuenta la leyenda que el Eiger —que significa ogro— se había enamorado de la Jungfrau —la doncella—. Ella huía del ogro, tratando de escapar de sus propósitos, pero éste la pretendía sin descanso. El Münch —el monje— que presenciaba la escena decidió tomar cartas en el asunto y proteger a la dama interponiéndose en el camino del ogro malvado. Así, hoy en la cordillera la Jungfrau y el Eiger están separados por los 4.099 metros del Münch.
Y si miramos hacia el Sur, hacia el cantón de Valais tenemos a la vista el impresionante valle glaciar de Alestch (Alestchgletscher) declarado Patrimonio de la Humanidad.
Cambiamos de escenario, si cojemos la carretera que pasa por Meiringen, nos lleva directamente al puerto de Grimsel (Grimselpass)
Y esta foto, arriba en el puerto junto al lago de Grimsel
Pese a ser Agosto, todavía quedaba nieve a orillas de la carretera.
Tras descender el puerto se llega a la población de Gletsch y enseguida comienza la subida al famoso Furkapass donde se encuentra el glaciar del Ródano (Rhonegletscher) punto de nacimiento de éste rio.
Y en sentido contrario al glaciar, este es el aspecto del área del puerto de Furka.
Y para finalizar un par de fotos. La primera del coqueto centro de Berna
Y la última de otra ciudad. Lucerna puede que sea una de las ciudades más bonitas de este país
Bueno, espero que os haya gustado.
Un saludo