Complementando las preciosas imágenes del compañero ventrosa, me gustaría compartir con vosotros otras pocas visiones otoñales de nuestras montañas. A mí me llevaron mis pasos una vez más al espectacular valle del Arlanzón en Pineda de la Sierra (Burgos), uno de los rincones para mí más gratificantes del Ibérico Norte, concentrando en poco espacio tres cimas tan emblemáticas como San Millán, Trigaza y Mencilla.
Trigaza y San Millán, techos de Burgos. Harina en las cumbres, en pocas horas el blanco los dominará por completo
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Intensa otoñada en el barranco de San Llorente (en las laderas norte del Mencilla). Hayas de ocres refulgentes alternan con las ya peladas, muestra de lo que estamos comentando últimamente acerca del adelanto fenológico de la parada invernal en esta especie en nuestras montañas. El colorido es cautivador y sugerente.
Rebollos y hayas forman una imbricada telaraña a medida que se adentra uno en lo más virginal del bosque, fuera de las concurridas pistas (nos encontramos con los sempiternos quads y todoterrenos, al mando de alborozados pilotos).
Hayedo del barranco de Las Amarillas, imágenes que evocan cuentos infantiles. Son los hayedos otoñales, qué duda cabe, bosques mágicos.
En estos lugares es donde me siento más yo, alejado de preocupaciones cotidianas que no dejan de ser ficticios fuegos de artificio de la sociedad moderna, que nosotros mismos hemos inventado, pero que nos domina y subyuga hasta tal punto que la mayoría de la gente cree que su vida depende de ello, de su éxito o fracaso en un juego irreal. Sin embargo, en contacto con lo más primario, lo básico, a solas con la vida y los sentimientos que en mí genera lo que toco, oigo y veo, me siento una ínfima parte de un todo, siento que soy más real, cojo perspectiva, aprendo a relativizar los absurdos problemas que nos acucian día a día, ante la dimensión de lo verdaderamente importante: vivir.
En resumen (y para que no suene tan cursi esta reflexión que me acaba de salir): creo que la vida es amar, comer, beber, cagar y follar (no necesariamente por este orden), todo lo demás nos lo hemos inventado.