Toharia y Vázquez Abeledo, cara a cara

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Toharia y Vázquez Abeledo, cara a cara
« en: Viernes 02 Febrero 2007 09:06:06 am »
Un problema casi irreversible, un proceso coyuntural o, como sentenció Al Gore, una verdad incómoda. El cambio climático divide al mundo científico, por eso El Cultural ha puesto cara a cara las opiniones de Manuel Toharia, director del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia, y Manuel Vázquez Abeledo, del Instituto de Astrofísica de Canarias, en torno a las cuestiones más candentes de nuestra climatología.

El cambio climático ha saltado a la opinión pública. Empieza a ser motivo de debate entre los ciudadanos. Hasta los grandes empresarios norteamericanos han pedido a su presidente, George W. Bush, que Estados Unidos reduzca los gases contaminantes. Curiosamente, la práctica totalidad de críticas sobre el calentamiento global actual aparecen en Internet, en los medios de comunicación y en algunos libros de divulgación. Sin embargo, ¿existe debate en la comunidad científica? Parece que el problema aún no ha llegado ni a los congresos ni a las revistas especializadas. Por este motivo, Manuel Toharia y Manuel Vázquez Abeledo debaten esta situación.

–¿Qué influencia está teniendo el Sol en la subida actual de temperaturas?
–Manuel Toharia. La influencia del Sol sobre la atmósfera terrestre es obvia. Ahora bien, lo que está en discusión es la mayor o menor influencia que podrían ejercer las variaciones de la actividad solar en los climas terrestres. El Sol no es una bola de fuego permanente sino un conjunto de reacciones termonucleares que hacen que su superficie alcance casi 6.000 grados, y en su interior haya muchos millones de grados. Las variaciones de la actividad solar, es decir de la energía que emite, son conocidas desde hace tiempo y tienen relación con lo que desde la Tierra vemos como “manchas” en su superficie. Hay otras variaciones de esas emisiones, y se puede decir que, en general, conocemos mal cómo afectan a la atmósfera terrestre. Aunque sin duda le afectan.
–Manuel Vázquez Abeledo. Las observaciones nos dicen que la cantidad de energía que nos llega del Sol varía con el ciclo de actividad magnética de 11 años. Durante el máximo tenemos más energía y por lo tanto hemos de esperar un calentamiento. Las fluctuaciones son tan pequeñas, 0.1%, que el efecto sobre el clima terrestre sería despreciable. Pueden existir diferentes mecanismos que amplifiquen la débil influencia solar, pero ni aún así se ha podido explicar la subida de temperaturas terrestres a partir de 1970. La influencia de la actividad solar sobre el clima terrestre puede reconocerse mucho mejor antes del comienzo de la acción humana.

–¿Podría tratarse de un momento crucial en la historia de nuestra climatología como lo fue, en sentido contrario, el llamado mínimo de Maunder?
–MVA. El descubrimiento de que nuestra estrella también varía con períodos de cientos de años, allá por 1976, constituyó un hito de gran importancia para la Física Solar. Podemos simplificar la descripción de la evolución de la actividad solar en los últimos dos mil años con un máximo en la Edad Media, un mínimo en el siglo XVII (mínimo de Maunder) y el máximo actual. En los dos primeros casos coincidieron con respectivas fases de calentamiento y enfriamiento del clima terrestre. Sin embargo, la fase de calentamiento esperable del máximo actual de la actividad solar ha quedado enmascarada por otro calentamiento mayor y más rápido debido al ser humano.
–M.T. No parece que estemos, como ocurrió cuando el mínimo de Maunder, en un periodo muy prolongado (un siglo o más) de irregularidades en la energía solar radiante. Si el Sol tiene que ver con el reciente (menos de 30 años) aumento sostenido de las temperaturas no debe ser la única causa. Aunque no es descartable su influencia.

–¿Puede hablarse de un simple ciclo climático o de algo más severo y definitivo?
–M.T. Es difícil pronunciarse categóricamente, aunque muchos lo hagan. Tenemos constancia de cambios muy brutales de los climas sin intervención alguna de la mano del hombre. No sólo el mínimo de Maunder, sino sobre todo el comienzo del Holoceno, hace 10.000 años, que no es un periodo de tiempo inabarcable por la imaginación como los cambios climáticos mucho más antiguos, de hace muchos millones de años. Cuando terminó la última glaciación, el Dryas Reciente, las temperaturas subieron en muy pocos siglos, quizá sólo dos o tres, muchos grados. Y no sabemos realmente por qué. Lo de ahora ¿es algo parecido? ¿O tiene que ver con ese aumento del CO2 del 30% en un siglo que tanto preocupa? ¿O se juntan el hambre y la gana de comer?
–MVA. La historia de la Tierra está llena de cambios en el clima caracterizados por diferentes amplitudes, períodos de variación y causas. La asociación de variaciones en la concentración de gases invernadero y cambios climáticos ha sido una constante de dicha historia. El calentamiento actual tiene su principal raíz en la emisión de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera procedente de la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural). Este proceso tiene lugar a tal ritmo que la absorción de este gas por las plantas y los océanos no puede proceder con la misma rapidez y por lo tanto la concentración del CO2 en la atmósfera aumenta y con ello la temperatura. En unos pocos años se está devolviendo a la atmósfera el carbono que tardó muchos millones de años en acumularse en los sedimentos terrestres. El ciclo climático será severo para nuestra civilización y muchas especies biológicas, pero nada definitivo para el planeta ni su biosfera global. En unos cuantos centenares de años la Tierra retomará el equilibrio.

–¿Qué ocurrirá si superamos los 2ºC de subida en los próximos años?
–MVA. En primer lugar comprobar que no hemos hecho nada para evitarlo, aun siendo conscientes de las consecuencias, y que por lo tanto el proceso seguirá en marcha. El deshielo de Groenlandia y el frenado de las corrientes marinas serían entonces temas de urgente preocupación. En el mundo subdesarrollado las guerras por el agua potable empezarán a ser habituales.
–M.T. Se trata de un promedio, como todo lo que se refiere a los cambios climáticos. No sabemos si esa subida ocurrirá a lo largo de todo el año, si será la misma en todo el planeta o será peor en unos sitios que en otros, si habrá inviernos menos fríos, o veranos mucho más tórridos, o menos lluvia, o más lluvia pero más torrencial... Ni siquiera sabemos predecir con precisión dónde habrá repercusiones muy negativas, sólo algo negativas o incluso positivas... Las predicciones tienen un enorme margen de incertidumbre en todas estas cuestiones.

–¿Hay motivo de alarma ante fenómenos como la sequía o el deshielo polar?
–M.T. En España, climatológicamente hablando no hay sequía, diga lo que diga el Ministerio de Medio Ambiente. Es cierto que el año pasado fue sequísimo, de los más; pero los años anteriores fueron bastante más lluviosos de lo normal. Y este año se inició con un otoño muy lluvioso (muchísimo) en toda España excepto el extremo oriental y suroriental y luego ha seguido con dos meses secos. Veremos qué pasa en lo que queda de invierno y en primavera... En todo caso, climatológicamente hablando el promedio es que en los últimos decenios en España ha llovido más o menos lo de siempre, o quizá un poco más. Otra cosa es que ahora gastemos –y malgastemos– muchísima más agua que antes. Y que nos falte agua, haya o no sequía. Para tener tanta agua como la que gastamos (sobre todo en agricultura, y no siempre razonablemente) necesitaríamos que lloviese todo los años más del doble de lo que llueve en promedio. Y eso no es razonable. En cuanto al deshielo polar, en la época en que los vikingos descubrieron y colonizaron Groenlandia la llamaron Tierra Verde; no debía haber hielo en el polo norte en verano. En cuanto a la Antártida, disminuye el hielo flotante de los bordes, pero aumenta el del interior.
–MVA. A lo largo de toda su historia la civilización humana ha sido muy frágil con respecto a los cambios climáticos. Las clases menos favorecidas han sido también las más castigadas. La menor habitabilidad de las zonas costeras, mayores ritmos de emigración y graves perjuicios en la agricultura y el turismo serían algunos de los efectos de los fenómenos citados.

–¿Qué medidas inmediatas deberían tomar los gobiernos ante esta situación?
–MVA. La solución sería una sustitución gradual en la forma actual de generar energía mediante la quema de combustibles fósiles. La transición a nuevas fuentes de energía ha transcurrido de esta forma en el pasado sin mayores traumas. Sin embargo, en nuestros días vivimos como si no fuera a existir el futuro, lo que nos llevará seguramente a un cambio brusco que modificará nuestra forma de vivir. Quisiera ser optimista y pensar que entonces la capacidad de inventiva del ser humano hará menos gravosa la adaptación a los nuevos tiempos.
–M.T. El modelo energético de los países ricos, que intentan copiar los países BRIC en desarrollo (Brasil, Rusia, India y China), es despilfarrador de recursos y enormemente emisor de CO2 y otros gases de efecto invernadero. Pero sobre todo supone que un porcentaje pequeño de la humanidad consume más de las tres cuartas partes de los recursos naturales. Y eso es insostenible. Aunque sólo fuera por esta razón, y al margen del cambio climático, es urgentísimo, obviamente, reducir esas emisiones cambiando poco a poco el modelo energético: más ahorro, más eficiencia, más renovables.

–¿Qué actitud debe mantener la comunidad científica?
–M.T. Su papel es esencial: aprender más, colmar los muchos vacíos que aún subsisten en el conocimiento que rodea todas estas cuestiones. Incluídas las investigaciones en torno a la mejora del modelo energético y un mejor uso de las renovables.
–MVA. Seguir las reglas básicas del método científico, es decir comprobar la bondad de nuestras hipótesis mediante la observación y la experimentación. Todo ello con una gran actitud crítica hacia el propio trabajo conociendo las limitaciones intrínsecas que tiene nuestro acceso al conocimiento mediante modelos. No hemos de ser ni alarmistas ni escépticos.En estos momentos existen varios campos en donde se debe intensificar la investigación: los aerosoles, la formación de nubes y el calentamiento de los océanos. Todavía nuestra ignorancia es grande sobre estos temas.

Fuente.
  Desde Andosilla, Ribera Alta de Navarra. 306 - 462 m

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Re: Toharia y Vázquez Abeledo, cara a cara
« Respuesta #1 en: Viernes 02 Febrero 2007 17:32:08 pm »
Me parecen muy mesuradas sus manifestaciones que se contradicen con el alarmismo que estan creando los medios de comunicación.
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