Aquí, en el interior de Pontevedra, a 40 m de altitud, 20 km del mar, rodeados de bosques, en un ático orientado al sur, los inviernos son muy húmedos. La calefacción, acumulador, le ponemos de noviembre a marzo, incluidos. Si bien, la primera mitad de noviembre varía según el año, y la segunda de marzo también. Las noches veraniegas, salvo golpes de calor pasajeros y fuertes (no todos los años), son frescas, y por el día basta con un ventilador (no todo el verano, ni mucho menos). Las primaveras y los otoños, con su clima templado, son largos, alternando con fresco y calorcete.
Se echaría de menos aire acondicionado esos días que sube de 40 grados, en estos veranos cada vez más tórridos, y en invierno, cuando hiela, cada vez menos pero hiela, hay que poner una estufita de butano.