Egon, créeme que ya se han intentado muchas cosas, entre ellas la que tú propones, tanto a nivel particular, como por parte de asociaciones ecologistas/conservacionistas o incluso grupos y peñas senderistas/ciclistas. En los alrededores de mi pueblo y en Puebla de Don Rodrigo hay varias plantaciones de abedul y roble rebollo, pero el problema de la repoblación de las zonas en las que hay abedul de manera natural, o hubo, es que están dentro de esas fincas. En el caso que dieran permiso a plantar esos o cualquier otro árbol natural de la zona, ¿cómo aseguramos su supervivencia? Porque de lo que se trata no es de plantar cuatro árboles y montar un bonito parque, porque de eso ya hay, se trata de asegurar la conservación de entornos en peligro, y para eso no basta con plantar abedules, habría que obtener las semillas de los abedules que hay en la zona (Betula pendula subsp. fontqueri var. parvibracteata), habría que perimetrar y vallar la zona para evitar que los animales se coman los plantones, habría que incluso reducir la densidad de esos animales, tendrían que dejar extraer agua del arroyo del que se nutre... pero es que estamos hablando de gente a quienes les resbala todo lo que no les proporcione beneficios y un rendimiento económico suficiente (uno de ellos es como ya sabes es Emilio Botín). El abedular de Valdelapedriza lleva me parece once años en trámite de protección, y todos los años se dice que se validará la figura de Reserva Fluvial que asegura un mínimo de protección, pero pasan los años y nada. De hecho el abedul es una especie protegida en Castilla-La Mancha y el propietario de la finca en la que haya abedules, está en la obligación de protegerlo, así como otras plantas también protegidas como Myrica gale, Erica tetralix, Genista tinctoria o las Droseras (plantas carnívoras). Además de no protegerlas, contribuyen a su desaparición impidiendo la regeneración por la saturación de animales, extrayendo agua de sus arroyos y drenando los bonales, algunos de ellos como el de Valdelamadera o los de Puebla de Don Rodrigo están protegidos bajo la figura de Microrreserva, y ni aún así es posible que dejen de cometer tropelías.
Ojalá los propietarios de esas fincas diesen la oportunidad de poder colaborar con la conservación de esos montes, habría muchísima gente dispuesta a ello y sin cobrar absolutamente nada. Pero claro las condiciones que se plantean para la conservación no les convienen, y es una pena, porque además de la conservación natural, el turismo rural ganaría enteros.