Estaremos de acuerdo en que este mayo ha sido especial en lo referente a sus bajas temperaturas y lo tardío de las nevadas. A las puertas de junio estamos todavía hablando de excelentes innivaciones y del importante retraso que algunos árboles presentan en cuanto a la aparición de sus hojas. Y a las puertas de junio no son pocos los que han comprobado como las heladas han dado al traste con sus huertos.
En diversas zonas de la península veníamos de un invierno excepcional en lo referente a innivación y no eran pocos los que auguraban la posibilidad de que esta primavera pudiese resultar dañina ante la posibilidad de que las lluvias primaverales coincidieran con un deshielo acusado provocando inundaciones más o menos devastadoras.
En mi comarca no tenemos constancia de un hecho de estas características en esta época del año. Todas las catástrofes de esta índole se han producido siempre en otoño. Y puede parecer extraño ya que tampoco parece una tontería pensar que la coincidencia del deshielo con las abundantes lluvias primaverales, pudieran ocasionar algún desastre. Lo cierto es que no son pocos los años de mi vida en que oído que esto pudiera pasar y aunque menos, tampoco son pocos los años, en que he tranquilizado en la medida de lo posible a aquellos que veían esta posibilidad con resquemor, consciente eso sí de que el convencimiento que tengo de que la primavera regula estos deshielos en base a no se qué, algún año tratara de llevarme la contraria.
Este año, por ejemplo, un año con abundante reserva de nieve en las montañas y no tan montañas y con una pluviometria primaveral en la media o incluso por encima estamos teniendo un deshielo perfecto. Un deshielo importantísimo, y lo que queda, en lo que referente a la durabilidad del mismo. Y en esto mucho ha tenido que ver la contención de las temperaturas de este último mes.
A este deshielo perfecto contribuyó en gran medida que las temperaturas de marzo y abril se situasen, y hablo siempre de mi zona más próxima, en “valores normales” con desviaciones mínimas, tal vez a la baja en marzo y al alza en abril. Lo que sin duda posibilitó la desaparición de gran cantidad de hectómetros cúbicos de agua procedente de la nieve de manera gradual, primero en cotas bajas y posteriormente en cotas de alrededor de los 2.000 metros.
Pero faltaba mayo, un mes importantísimo en cuanto al deshielo. Y la verdad es que estas bajas temperaturas solo ligeramente superiores a las registradas en abril han posibilitado que por los ríos haya bajado una gran cantidad de agua procedente de las reservas de nieve de las montañas pero sin llegar a ser preocupante.
Hemos tenido a nivel de temperaturas dos abriles seguidos y una cosa ha quedado clara, que si este mayo en lugar de comportarse como otro abril hubiese sido un junio los ríos se habrían desbocado.
Y que hubiera pasado si este mayo que a no pocos ha impresionado se hubiera parecido a aquel de 1984? Recuerdo perfectamente aquel mayo como uno de los meses más singulares dentro de mi vida climática. Un mes que se alargo a los primeros días de junio y que presentó un balance en reservas de nieve claramente favorable en cotas que desde luego este año no aparece ni de lejos. Como se dice habitualmente todo parecido con aquel es pura coincidencia. Y es otra suerte porque entonces si que correríamos un gran riesgo a nivel de inundaciones.
Mayo de 1984 se presento en mi comarca, y creo que podríamos abarcar gran parte de la vertiente sur del Pirineo como mínimo Central, con reservas de nieve, si no recuerdo mal, más bien escasas. Pero un gran episodio de nevadas que como dije se alargo hasta entrado junio, posibilito que a diferencia de este año estas fueran enlazando unas con otras, de manera que a 1.800 metros de altitud en mi comarca y seguro que en otras colindantes se llegaron a acumular cantidades próximas al metro y medio, este año estamos viendo como a esa cota apenas tenemos incrementos puntuales que no evitan una sostenida tendencia de fondo a la baja. Ese máximo que se afianzo y se iba incrementando a medida que nos acercábamos al final del episodio con cada vez cotas de nieve más bajas concluyó en junio con una nevada en la capital de comarca con cota de nieve que incluso pudo estar por debajo de los 600 metros de altitud.
Y ahí si hubo en junio el deshielo más amenazante de los últimos años que recuerde. Esa gran cantidad de nieve, además reciente, bajo al borde del limite de los cauces, incluso con alguna superación del mismo por culpa de una normalización brusca de las temperaturas. Pero, esta vez lo que contribuyo a que no se pasase de la raya fue la escasedad de precipitaciones en esos cálidos y despejados días posteriores al episodio de nevadas.
Saludos.