San Saturio aparece, de repente, a lo lejos, al final del largo camino flanqueado por chopos.
El camino está delimitado, a un lado, por el Duero, y al otro, por las laderas de la Sierra de Santa Ana, monte que ostenta el techo del espacio capitalino de Soria, cubierto de escaramujos, endrinos... y sobre todo de duras encinas pardas, también muy citadas por Machado, que presentaban esta cara tras el temporal.
"He vuelto a ver los álamos dorados, álamos del camino en la ribera ... ¿No ves, Leonor, los álamos del río con sus ramajes yertos? ..." decía el poeta a una ya desaparecida Leonor, arrebatada por la tuberculosis, arrancando de Machado mucha vida, pero generando a su vez una corriente creativa que supuso lo mejor de su obra. Aún hoy, tantos años después, "tienen en sus cortezas grabadas iniciales que son nombres de enamorados..."
Algunos sorianos suelen aprovechar estas ocasiones para sacar los esquíes y moverse con ellos por las muchas cuestas de la ciudad, y también, cómo no, para acercarse a ver al Santo, como éstos a la puerta de la famosa ermita
Nos desviamos de nuevo hacia la orilla del Duero
Desde la orilla, mirando hacia arriba, para vislumbrar la ermita construida sobre la gran cueva en la caliza de Santa Ana, alzándose sobre nevados matorrales
Cruzamos a la otra orilla por otro puente, y, volviendo la vista atrás, disfrutamos de la ermita en su conjunto
De vuelta a mi barrio, visita al famoso olmo viejo del poema:
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.Este árbol murió por la grafiosis, pero su esqueleto perdura, y aquí lo muestro, en el jardín de la iglesia de Nuestra Sra de El Espino
Subiendo hacia el castillo de Soria, vista de la estatua del Sagrado Corazón
Desde ahí, vista al barrio de San Pedro, abajo, junto al río
Por último, una vista general del centro de mi ciudad, desde el cerro del Castillo. "Soria fría, Soria pura..."
Eso es todo, espero que os guste, yo he disfrutado mucho recorriéndolo y componiendo este pequeño reportaje. Saludos