Para mí en este caso el problema no es tanto de la falla en las predicciones meteorológicas (pronosticar mínimas durante una entrada fría suele ser complicado, ya que las mínimas pueden variar mucho localmente o por factores de escala menor a la sinóptica como la entrada o no de brisa marina o un cirrus ubicado aquí o allá) sino de burocracia, de reducir una política de contención a una sola variable (la temperatura pronosticada para un sitio puntual, en abstracción de otros factores).
Una noche de viento, lluvia y 4º puede llegar a ser mucho más perjudicial para el organismo (en lo que a frío respecta) que una noche calma a -1º, y sin embargo un día como el segundo los desamparados tendrían refugio, y un día como el primero no.
Y esto, suponiendo que las previsiones funcionen de maravilla. Cosa que, por lo que explicaba en el primer párrafo, muchas veces cuando se dan olas de frío no se cumplen.
Con este tipo de cosas, uno también se da cuenta de lo infructuoso que es poner umbrales "rígidos" para aplicar determinadas políticas.
Aunque en realidad lo ideal sería que nadie se viera obligado a dormir en la calle nunca, pero esto ya iría para un debate más largo.