Muy interesante esta idea; voy a darle unas cuantas vueltas a ver a que onclusiones llego y a ver lo que aporta la gente.
En principio, si entiendo bien la idea, se trata de que al aumentar la cantidad de agua esta almacenaría mayor cantidad de energía ¿no es así?
Pues sí. Los suelos húmedos o encharcados captan y absorben mejor la energía solar y la sueltan de noche. La capa superficial del suelo, al tener más calor, permanece más caliente durante la noche. Por contacto con el aire y por transmisión hacia arriba de radiación infrarroja hace que la capa baja del aire se enfríe menos. La temperatura mínima a uno o dos metros del suelo es así más alta si el suelo está húmedo que si está seco.
De día, por el contrario, el suelo húmedo se calienta menos que el seco ya que la evaporación impide que suba la temperatura de su superficie. El suelo húmedo irradia entonces menos calor infrarrojo hacia arriba. Por eso las temperaturas máximas diurnas son menos altas sobre suelos húmedos que secos.
Sin embargo no parece que la subida de las temperaturas mínimas sea compensada por la bajada de las máximas y al hacer el cómputo la temperatura media es más alta. Esto es lo que parece haber ocurrido al menos en el Valle de San Joaquín, en California. Es un valle de clima mediterráneo, muy soleado, en el que la absorción de los campos de regadío, muchos de ellos encharcados, absorben durante el día mucha energía solar. A nivel global la subida de las temperaturas mínimas durante el siglo XX ha sido tres veces superior a la subida de las temperaturas máximas.
Pues bien, los cambios de usos del suelo (agrícolas y urbanísticos) no son apenas considerados por los modelos) a pesar de la enorme transformación que los paisajes terrestres han sufrido durante el transcurso del siglo XX. Probablemente a los modelistas les resulta demasiado compleja y desconocida esta variable por lo que apenas la tienen en cuenta. Es más fácil funcionar con el CO2 cuyo incremento y forzamiento es mejor conocido.
Por ejemplo, en el el último modelo del GISS (Instituto Goddard de Estudios Espaciales, de la NASA, dirigido por James Hansen), en el reparto de forzamientos radiativos entre 1880 y el 2003 (cambios en la radiación recibida en superficie) solamente se le otorga a los cambios de usos del suelo un forzamiento (negativo) de 0,09 Watios/metro cuadrado (mientras que a los gases invernadero en su conjunto se les atribuye un forzamiento positivo de 2,75 Watios/metro cuadrado).