Os adjunto este artículo de 1956 enBCN
Olas de frío
Tales olas de frío son, por lo general, dos. Una, la primera del invierno, suele presentarse antes de finalizar el año civil, anticipándonos, a veces, el invierno que llamamos meteorológico, por producirse dentro del año astronómico. La segunda se produce siempre entrados ya en el nuevo año y más frecuentemente en el mes de febrero.
El mecanismo de estas olas de frío es siempre el mismo y proceden del polo del frío, situado en Siberia, concretamente en Verkhojansk, en una amplia llanura que limita por occidente y sur con los montes de igual denominación.
La situación geográfica es latitud 67º34´, longitud 133º51´E.
Las temperaturas medias en grados centígrados son: enero -51,2º, julio +15,0º, año -17,2º. Y la temperatura mínima absoluta allí registrada es de -69,8º.
Estas olas de frío persisten, en tanto no se corta el flujo de aire helado, el cual pasa de Siberia a Rusia, de Rusia a la Europa Central y de ésta al suroeste del continente europeo.
La situación isobárica que facilita la citada progresión de la ola de frío es la existencia de un poderoso anticiclón continental y una pequeña depresión sobre el Mediterráneo occidental. De esta suerte, el frío que lentamente se va extendiendo por casi toda Europa, nos llega como aire helado en evolución y es en el último tramo de su recorrido que nos afecta, siempre en forma súbita, gracias a la aceleración que la depresión mediterránea imprime a la ola de frío.
Son estas olas de frío las que provocan nevadas importantes en el Pirineo oriental y en los macizos montañosos de la Cordillera Prelitoral. Mucho más débiles son las nevadas sobre la Cordillera Costera, de cota más reducida que la Prelitoral, y años hay en que la cadena costera no recibe ni un solo copo de nieve.
Si el flujo de aire frío es cortado por una depresión atlántica que invada Europa por las latitudes al norte de los Pirineos, la ola de frío se liquida en cinco o seis días y el termómetro, recuperándose, vuelve a señalar las temperaturas que se registraban antes de la llegada de la ola de frío.
Tras la primera ola de frío del invierno, si es que llegó a su debido tiempo, se instaura en Barcelona un período de buen tiempo por obra y gracia de un núcleo anticiclónico, parásito del gran anticiclón atlán-
tico, que se asienta sobre la Peninsula Ibérica. Durante este período reina en Barcelona un tiempo magnífico, con vientos muy flojos, muchas veces en calma, con algunas neblinas y calinas a primeras horas de la mañana; pero con cielo claro y asoleado de día, y de nuevo calinoso o neblinoso al anochecer. Tal bonanza de tiempo comprende, a veces, todo el mes de enero, en ocasiones, adelantándose, se inicia en diciembre; en otras se retrasa y abarca, entonces, parte de febrero.
Indudablemente, es este período de bonanza el que ha dado a Barcelona la fama de disfrutar de un resplandeciente clima invernal.
A continuación de tan espléndido tiempo suele llegar la segunda ola de frío que, cual la primera, nos alcanza súbitamente por el mismo mecanismo que la primera, ya apuntado, y produce los mismos efectos.
Sólo difiere de la primera en que se liquida más rápidamente, desde que queda cortado el flujo de aire frío. La razón de ello descansa en el Sol, nuestro natural calefactor, que está más horas sobre el horizonte.
No puede considerarse anormal que estas olas de frío se adelanten o se retrasen; pero es realmente más perjudicial, a los fines del agro, que se retrase la segunda ola de frío, ya que puede malograr la cosecha de los frutos secos si encuentra a los árboles en plena floración.
Lo que sí puede contarse como fidedigna anomalía es la que se presentó en el invierno de 1956.
En efecto, fue el día 2 de febrero la fecha en que nos invadió la primera ola de frío, dando al día siguiente una mínima de 4,6 grados bajo cero (fig. 1), y cuando apenas se había iniciado la recuperación, se presentó la segunda ola de frío, que en la noche del día 10 al 11 dio una mínima absoluta de temperatura de 6,7 grados bajo cero, continuando por bajo de cero las temperaturas mínimas hasta el día 21, en
que alcanzó 1,7 sobre cero.
Esta temperatura de 6,7 grados bajo cero es, indudablemente, la más baja de todo el historial termométrico de Barcelona.
En la figura puede verse que la temperatura mínima del día 1 de febrero, 5,6°, algo más baja que las correspondientes a días anteriores, desciende bruscamente el día 2 por bajo de los cero grados con -2,8°
y consigue los -4,6° el día 3. Los días 4 y 5 aumenta hasta -2,5° y el día 6 rebasa los cero grados, 1,8°. Sigue la recuperación y el día 7 alcanza los 5,5°. El día 8 baja de nuevo un poquito, hasta 3,5°, para aumentar el día 9 en que alcanza 4,2°. Es entonces cuando se inicia la segunda ola de frío, de forma que el día 10 sólo se registra medio grado por encima de cero, para caer el día 11 con -6,7°.
Esta parcial superposición de las dos olas de frío, dejó helados los hogares de las familias pudientes, ya que quedaron sin calefacci6n a causa de haber estallado las cañerías al congelarse el agua.
Para convencerse de tal anomalía, basta comprobarlo cotejando las temperaturas extremas del primer trentenio de este siglo con las del segundo trentenio.
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Fig. 1 Valores de las temperaturas mínimas diarias del 1 al 11 de de febrero de 1956