Alerta, que algo queda
Expertos admiten que los avisos por calor en Asturias fueron desacertados
Oviedo, Paula TAMARGO
Protección Civil alertó por altas temperaturas en Asturias el pasado viernes 5 de agosto, un día después de que el aviso se diera a otras cinco comunidades autónomas, fundamentalmente del sur y centro de España. En el caso del Principado, la previsión del Instituto Nacional de Meteorología (INM) era la de que en las jornadas siguientes se dieran máximas de hasta 32 y 33 grados en la zona del suroccidente de la región y de 30 en el centro. En el Occidente, los pronósticos fueron más o menos acertados. Pero en el área central los termómetros se quedaron por debajo: sólo durante una jornada, la del domingo 7 de agosto, y sólo en un municipio, el de Oviedo, que registraron casi 29 grados, se rozaron las temperaturas esperadas. Por no hablar de la costa, donde los valores fueron absolutamente normales para la época.
¿Se fue demasiado alarmista con el aviso en el caso de Asturias? ¿Había razón suficiente para determinar una alerta por calor en la zona norte de España o se sobrevaloró el riesgo al comprobar cómo subían los termómetros en el sur del país? La cuestión tiene muchos matices y da lugar a otras preguntas relacionadas con si el hecho de que una determinada zona geográfica del Principado vaya a sufrir elevadas temperaturas -como de hecho ocurrió en el Occidente- justifica que el aviso por valores extremos se extienda a toda la región.
En favor de los meteorólogos debe reconocerse que se resistieron a calificar de «ola de calor» el episodio de comienzos de agosto y que la alerta que se dio, al menos en el Principado, fue por altas temperaturas. Y es que hay una diferencia: para que se produzca una «ola» no basta con que se superen determinadas máximas, sino que éstas deben darse en combinación con unas mínimas también elevadas. En el caso de Asturias, el Instituto Nacional de Meteorología considera que debe activarse la alerta por ola de calor cuando las máximas alcanzan los 32 grados y las mínimas de la misma jornada llegan a los 20 grados.
Autocrítica
Con todo, los meteorólogos no rechazan la autocrítica. Al menos, Eduardo Román, de la empresa de predicciones y análisis Sirimiri Meteo Consult, admite que, a la hora de determinar la alerta por altas temperaturas que se dio a inicios de agosto en algunos puntos de España, pudieron haberse sobrevalorado los riesgos existentes. No obstante, la opinión «personal» que expresa también incluye muchos matices. Desde que el problema radica en que las predicciones son excesivamente generalistas -para comunidades autónomas enteras, y no todo lo locales que debieran ser ante la «compleja» orografía de España- hasta que, en materia meteorológica, el exceso suele ser mejor que el defecto en lo que respecta a las alertas.
«Aunque a veces se piensa en las inundaciones o las tormentas con rayos como los casos que causan más muertes, lo cierto es que el fenómeno meteorológico que provoca más fallecimientos es el calor y tal vez por eso sea posible que se tienda a prevenir, a alertar, antes que optar por no dar aviso y que luego pueda ocurrir algo grave y que lamentar», explica Román.
¿Se trata sólo de prevenir para no tener que lamentar? A juicio de Román -que también considera que «el fantasma de la ola de calor de 2003 está presente y hay temor a algo así de nuevo»-, la precaución puede ser uno de los factores que hayan influido en la última alerta, pero no el único y, desde luego, tampoco al que le concede mayor peso. El responsable de la empresa Sirimiri Meteo Consult se detiene en el análisis de la situación concreta de Asturias y los motivos por los que pueden haber fallado algunos de los pronósticos de altas temperaturas durante los primeros diez días de agosto. Román explica que las previsiones son fiables a 48 horas vista aunque también los son en un 70 o un 80 por ciento cuando se realizan con un plazo de cinco días. De este modo, a su juicio, estaba «claro» que los pronósticos que se hicieron para la zona del Cantábrico fallarían.
No obstante, el meteorólogo insiste en su postura de reclamar predicciones específicas para cada zona de la Península e incluso para cada área de una misma comunidad autónoma. «La zona del Cantábrico es muy especial a la hora de tener que valorar cómo se van a manifestar determinados fenómenos», explica. «Parece más lógico, ante la masa de aire africano que provocó el calor y su evolución, que se alertara a León e incluso a las zonas del suroccidente asturiano, pero estaba claro que, por ejemplo, en las zonas de la costa de Asturias, donde además suele haber brisa, no se llegaría a extremos», añade.
Equilibrio
Román afirma que las predicciones meteorológicas sobre situaciones tales como tormentas o granizo son bastante más difíciles de pronosticar que las relacionadas con episodios de calor. No obstante, considera que lo que a veces también resulta complicado en materia de meteorología es «hallar el equilibrio entre el alarmismo y la dejadez».
Volviendo a lo que considera opiniones «personales», el meteorólogo de Sirimiri Meteo Consult plantea otra teoría, la del «centralismo». Es decir, que la idea de calor extremo suele extenderse a toda España aunque lo único que se haya anunciado es que comunidades del centro del país como Madrid van a sufrir subidas notables de los termómetros. En favor de los meteorólogos, Román explica que, a veces, «los medios de comunicación no discriminan en los titulares y, en los informativos, se dice que España va a sufrir mucho calor». «Entonces, la gente espera que haya una ola de calor cuando para determinadas zonas sólo se ha hablado de altas temperaturas», concluye.
Publicado en el diario La Nueva España.