Lo que si cuadra con la idea que tenía es que el sur es, al contrario que en España, mucho más tormentoso que el norte.
Lógico: en ningún lugar de Francia la latitud, ni en verano, es un problema para la llegada de embolsamientos de aire frío en altura, de modo que las pautas las va a marcar el calor en superficie, que aumenta hacia el sur.
En España, en cambio, pocas veces llega el frío en altura al sur, por lo que el exceso de calorías no resulta aprovechado para los ascensos, y en el norte las moderadas temperaturas bastan y sobran para los embolsamientos fríos que a menudo suelen llegar.
Todo esto dicho de modo general, claro, porque tanto en Francia como en España la actividad aumenta en el sentido de otra componente: hacia el este.
Si miramos un mapa anual de tormentas en Europa, vemos que el máximo corre a lo largo de una franja que constituye el límite entre el dominio mediterráneo y el eurosiberiano, que además coincide con las más importantes zonas montañosas: Pirineos, Alpes, Apeninos, Balcanes, Cárpatos, Cáucaso... más al norte, la frecuencia disminuye, al bajar notablemente las temperaturas, y más al sur, también disminuye, al hacerse dominante la subsidencia subtropical.