Hola, Adiabático.
Vamos a ver, lo primero no nos pongamos nerviosos y no mezclemos las cosas. Si seguimos tocando el tema de la presunta extinción masiva ocasionada por el calientamiento al final los administradores del foro nos van a dar un severo toque diciendo que este asunto no toca tratarlo aquí. Es por ello que voy a tratar de despacharlo de la forma más breve posible. Ya aviso a los moderadores que no voy a seguir abusando de su paciencia y que -sea cual sea la respuesta de Adiabático- dejo el asunto, pues no tengo ganas de ganarme una reprimenda. Así pues, y contando por anticipado con su aquiescencia, allá voy.
6º La teoría de que ya se está produciendo la sexta y más virulenta extinción masiva de especies no es una ensoñación de un alucinado, tengo decenas de fuentes que citarte, actuales (no del 79), y si investigas un poco todos los estudios que se están haciendo coinciden en que estamos inmersos en un periodo de pérdida brutal de biodiversidad. Centrar el tema en una especie, el oso polar, que de hecho tiene el privilegio de gozar de muchas medidas de protección, cuando están desapareciendo miles por otras partes me parece una frivolidad
Insisto en que para saber con certeza cuál es el grado de extinción que se está produciendo (y si revisas mi post, verás que no lo niego, sólo discuto su envergadura y espero que puedas darme cifras que desmientan las que yo he facilitado) hay que saber cuántas especies hay en el planeta.
No hay acuerdo sobre la cifra total. Las estimaciones, repito, van de los tres millones de especies a más de 100 millones. Si tú tienes un estudio en el que se despeje de forma inequívoca esta incógnita, por favor, facilítanoslo. En tanto en cuanto no se sabe cuántas especies hay en el planeta, cualquier invocación a una tasa extraordinaria de extinción que merezca ser denominada "masiva" no es más que una mera conjetura, especulación o prejuicio.
Es precisamente eso lo que se desprende del resumen del artículo que nos has pasado. De entrada, en ninguna parte se explica por qué habría que extrapolar los datos de ese estudio realizado en el Reino Unido (y habría que ver qué metodología se ha seguido) al resto del planeta. Por otra parte, las cosas que dicen los autores son, cuando menos, sospechosas:
(...) Hasta ahora, teníamos buen manejo del estado de unas pocas especies como los pájaros. Sabemos que están decreciendo globalmente y el 11% de todas las aves están extintas o lo estarán pronto (...)¿Lo saben? ¿Y cómo lo saben? ¿De dónde han sacado el dato?
(...) sólo podemos sospechar qué sucederá con la mayoría de las especies. Sin embargo, basados en una enorme cantidad de hábitats que se han perdido, como la selva tropical, extrapolamos que están en declive (...) Claro, pero el problema es que la ciencia se basa en datos contrastados, en pruebas reproducibles, en la comprobación o negación de paradigmas, no en extrapolaciones. Aquí parece que volvemos al argumento del consenso: la ciencia, señores, se basa en datos, no en consensos que pueden ser o no refrendados por esos datos. Tambien podrían haber dicho
(...) creemos que están en declive (...) porque tanto "creer" como "extrapolar" son meras conjeturas, no ciencia. Yo también puedo decir que, a la vista de los últimos hallazgos en exoplanetas, puedo "extrapolar" que el 75% de las estrellas tienen un sistema planetario, y que el 10% de ellos alojan planetas habitables, pero mientras no disponga de datos eso no dejará de ser una mera opinión, esto es, un prejuicio.
Pimm agrega que, de seguir esta tendencia, entre un 25% y un 50% de las especies habrán desaparecido en el 2050.Repito, repito y repito: eso no es ciencia, es una mera opinión. Para saber cuántas especies han desaparecido o van a hacerlo hay que conocer la tasa de extinción, y para ello es absolutamente necesario saber cuántas especies hay.
No lo sabemos, ni siquiera con un grado aceptable de incertidumbreEn realidad, el porcentaje dado por Pimm no es más que la repetición alterada de una cifra que fue facilitada en su día por Greenpeace ("Protecting Biodiversity") en el que se afirmaba que
"(...) se espera que la mitad de las especies del planeta desaparezcan en el plazo de setenta y cinco años (...)" sin aportar ninguna referencia científica. Este documento podía leerse en la web de esta organización ecologista hasta que fue retirado hace unos años tras recibir muy duras críticas.
5º La desaparición de las selvas tropicales no es una soflama ecologista, se vé por momentos. Para el año 2050 apenas quedarán unos reductos. Es evidente la pérdida masiva de diversidad animal y vegetal que se va a producir. Además, está todavía por valorar sus efectos sobre el clima y la atmósfera a nivel global.
Pues otro gran mito no respaldado por investigaciones y datos objetivos. Como no creo que pueda acusarse a la FAO (la organización de ONU para la alimentación y la agricultura) de estar conchavada con esa industria malvada que todo lo destroza, te reproduzco unos párrafos del informe
Agricultura mundial: hacia los años 2015-2050 que puede leerse en la dirección:
http://www.fao.org/documents/show_cdr.asp?url_file=/docrep/004/y3557s/y3557s10.htmA nivel mundial, la deforestación se está haciendo más lenta. Al mismo tiempo, se está mejorando la productividad de la elaboración de la madera, lo que ayuda a satisfacer la demanda creciente de este material. Sin embargo, es probable que persistan casos graves de deforestación que socavan la biodiversidad y la obtención de otros beneficios económicos y medioambientales de los bosques. El reto principal consistirá en mejorar la gestión sostenible de las explotaciones forestales y asegurar una distribución equitativa de los beneficios del uso de los bosques (...)
En el año 2000, el mundo tenía unos 3 870 millones de ha de bosques que cubrían el 30 por ciento de la superficie de tierras. Los bosques tropicales y subtropicales constituían el 56 por ciento de la superficie boscosa, mientras que los bosques templados y boreales constituían el resto. Se estimó que los bosques naturales constituían aproximadamente el 95 por ciento de todos los bosques, mientras que los bosques de plantación constituían aproximadamente el 5 por ciento.
En conjunto, el 51 por ciento de la totalidad de los bosques está disponible para la producción de madera. Alrededor del 12 por ciento de los bosques se encuentra en espacios protegidos legalmente, mientras que el 37 por ciento restante es físicamente inaccesible o resulta antieconómico para el suministro de madera por otras razones.
Más de la mitad de la biomasa de madera consumida a nivel mundial se quema como combustible. La mayor parte de esta forma de consumo se hace en los países en desarrollo donde la madera es, con frecuencia, la principal fuente de energía. Asia y África consumen entre las dos más de las tres cuartas partes de la madera utilizada como combustible en el mundo, principalmente en las cocinas domésticas, aunque industrias familiares dedicadas a la desecación de alimentos y a la albañilería también consumen un gran volumen en algunos países.
Actualmente, la madera en rollo industrial representa aproximadamente el 45 por ciento de la producción mundial de madera. Es curioso que el consumo anual de madera per cápita en los países desarrollados y en los países en desarrollo sea casi el mismo, poco más de 0,5 m3 per cápita . Sin embargo, casi el 80 por ciento del consumo de madera en los países desarrollados tiene la forma de productos forestales industriales mientras que en los países en desarrollo bastante más del 80 por ciento se quema como combustible.
El comercio mundial de madera no permite hacer generalizaciones fáciles. Las pautas de producción y comercio son muy diversas, tanto a nivel regional como entre productos distintos. En 2000, las zonas templadas y boreales representaron el 80 por ciento de la producción de madera en rollo industrial del mundo y el 83 por ciento de las exportaciones de madera en rollo. Sin embargo, estas zonas también representaron el 85 por ciento del consumo de productos forestales. En el año 2000, las zonas tropicales fueron exportadores netos de productos forestales a razón de 59 millones de m3/año aproximadamente, aunque esto representó menos del 4 por ciento del consumo mundial (...)
En muchos países en desarrollo la deforestación neta se está haciendo más lenta actualmente. Durante más de un decenio, países como China, India, Jamahiriya Árabe Libia, Turquía y Uruguay han plantado más bosques que los que han talado. En 2000, otros países como Argelia, Bangladesh, Gambia y Viet Nam han comenzado también a acumular superficie forestal neta. Algunos países, por ejemplo Filipinas y Tailandia, han impuesto prohibiciones absolutas de talar bosques naturales, aunque estas prohibiciones son difíciles de implantar y es posible que no duren. En muchos países en desarrollo, el crecimiento de la población y la dependencia de la agricultura dará lugar a una pérdida continuada de bosques. Sin embargo, las tasas globales de deforestación se harán más lentas en los próximos decenios. Las tendencias sociales, económicas y políticas contribuirán a la disminución de la deforestación en los países en desarrollo. La urbanización reducirá la necesidad de roturar nuevas tierras fronterizas para crear medios de vida. También impulsará el cambio del uso de madera como combustible a combustibles fósiles y electricidad.
Esta desaceleración es una parte integrante del ciclo de desarrollo económico. En las fases iniciales del desarrollo, las poblaciones en rápido crecimiento dependen mucho de la agricultura y de la madera como combustible, y algunos países pueden depender de las exportaciones de madera para generar divisas, con el resultado de que la deforestación puede ser rampante. A medida que los países se hacen más ricos y más urbanizados, la necesidad de talar bosques disminuye y el valor que se da a los entornos naturales aumenta. Son cada vez más los bosques que se protegen o se gestionan de forma sostenible.
En los países desarrollados, las poblaciones sólo crecen lentamente y las zonas forestales aumentan sobre todo a medida que tierra agrícola marginal se deja de cultivar y se regenera como bosque natural secundario (...)
(...) Durante los años noventa, la superficie de bosques tropicales se redujo a una cifra neta de 12,3 millones de ha anuales, pero las zonas no tropicales añadieron 2,9 millones de ha anuales a sus bosques.Resumiendo: el 80% de la producción maderera se concentra no en las regiones tropicales, sino en las zonas templadas y boreales, la deforestación se ha reducido (incluso en las regiones tropicales) y es, básicamente, un problema relacionado con la probreza en el Tercer Mundo. Pobreza, no calentamiento global.
Frente a estos datos objetivos, organizaciones ecológico-integristas como WWF o Greenpeace no se cansaban (ni se cansan) de repetir (sin aportar estudios ni referencias que respalden sus afirmaciones) que esto se hunde. Así, en 1997, WWF aseguró que
(...) las últimas investigaciones llevadas a cabo por WWF muestran que al menos dos terceras partes de la cubierta forestal original de la Tierra se habían perdido". Esta afirmación es un disparate, pues en ningún caso esa pérdida real es de mucho más de un 20%. En el caso concreto de la selva amazónica, que concentra la mayor parte de la selva tropical del planeta, y siempre según la FAO, la tasa de deforestación en Brasil se encontró en los 90 entre las menores dentro de los bosques tropicales (0,5% frente al 0,7% anual de media en otras zonas tropicales; posteriormente se dijo que era un 0,4%). Pero incluso estos datos le parecieron excesivos al gobierno carioca, que presentó un estudio realizado con ayuda de satélites, que señalaba una reducción de 23% promedio anual en las tasas de deforestación entre 1988 y 1990, es decir, de un total deforestado de 1.8 millones de hectáreas en 1988 y 1989 a 1.4 millones de hectáreas en 1989-1990. El estudio cubría un área de 5 millones de kilómetros cuadrados, seis estados y territorios, y partes de otros tres.
Esto son datos, no opiniones o meros prejuicios. En el Amazonas sigue intacta más del 80% de la superficie selvática. Todo lo demás son cuentos.
Para ir acabando, no voy a entrar en el tema de las concentraciones de CO2. Hay en estos foros un hilo sobre el tema (
¿Estamos cambiando el clima?) y un post inmediatamente anterior a este a los que te remito. Yo no niego ni el calentamiento ni la subida de temperaturas (aunque disiento de las cifras que se dan). Sólo cuestiono las majaderías que se dicen sobre las consecuencias de ese incremento.
Finalmente:
7º El hecho de que no haya habido todavía una guerra nuclear afortunadamente no significa que si se produjera no tuviera las consecuencias que CARL Sagan predijo, de hecho es bien conocido que los aerosoles si son lanzados a altitudes estratosféricas son capaces de permanecer durante muchos años y aumentar el albedo terrestre provocando lo que se ha dado en llamar el invierno nuclear. No hay científico serio que niegue esto, es más, se ha comprobado muchísimas veces en pequeña escala tras la erupción de volcanes e incluso localmente tras pruebas nucleares. No entiendo por qué negais ésto.
Permíteme que te reproduzca unos párrafos extraídos de una conferencia que impartió en enero de 2003 una de las "bestias negras" del ecologismo catastrofista. No me refiero a Bjon Lomborg, como alguno podría pensar, sino a otro personaje que últimamente está dando mucha caña y, de paso, aumentando su ya de por sí abultada cuenta corriente: Michael Crichton.
"(...) En 1975, la Academia Nacional de Ciencias informó sobre "Los Efectos a Largo Plazo de Múltiples Detonaciones de Armas Nucleares", pero el estudio estimaba que el efecto del polvo de las explosiones atómicas sería relativamente pequeño. En 1978, la Oficina de Evaluación Tecnológica, emitió un informe sobre "Los Efectos de la Guerra Nuclear" y declaró que la guerra nuclear podría quizás tener consecuencias adversas irreversibles en el ambiente. Sin embargo, a causa de que los procesos científicos involucrados eran muy pobremente comprendidos, el informe declaraba que no era posible estimar la probable magnitud de tales daños.
Tres años más tarde, la Academia Nacional de Ciencias de Suecia comisionó un informe titulado "La Atmósfera Después de una Guerra Nuclear: Oscuridad a Mediodía", que intentaba cuantificar el efecto del humo de los bosques y ciudades ardiendo. Los autores especularon que habría tanto humo que una enorme nube sobre el hemisferio norte reduciría la luz del Sol por debajo de los niveles requeridos por la fotosíntesis, y que esto duraría durante semanas, o quizás más.
Al año siguiente, cinco científicos, incluyendo a Richard Turco y Carl Sagan, publicaron un estudio en Science llamado "El Invierno Nuclear: Consecuencias Globales de Múltiples Explosiones Atómicas". Fue el llamado informe TTAPS, que intentó cuantificar más rigurosamente los efectos atmosféricos, con la añadida credibilidad que ganaría por un modelo computerizado del clima.
En el corazón del trabajo del TTAPS estaba otra ecuación, jamás expresada específicamente, pero que podía ser parafraseada como sigue:
Ds = Wn Ws Wh Tf Tb Pt Pr Pe… etc
(La cantidad de polvo troposférico = número de cabezas nucleares x tamaño de las cabezas x altura de la detonación x inflamabilidad de los blancos x duración del incendio del blanco x partículas ingresadas a la atmósfera x reflectividad de las partículas x duración de las partículas... y así hasta el infinito.)
La similitud con la ecuación de Drake [que postulaba que podía calcularse el número de civilizaciones existentes en la galaxia] es impactante. Lo mismo que con la ecuación de Drake, ninguna de las variables puede ser determinada. Ni una sola de ellas. El estudio TTAPS enfrentó en parte este problema mapeando diferentes escenarios de guerra y asignando números a algunas de las variables pero, aún así, las variables restantes eran - y siguen siendo - simplemente desconocidas. Nadie sabe cuánto humo se generaría cuando las ciudades se quemaran, creando partículas de qué clase y durante cuánto tiempo. Nadie sabe durante cuánto tiempo las partículas permanecerían en la tropósfera. Y así con todo lo demás.
Y recuerde, esto sucedía sólo cuatro años después de que el estudio de la OET concluyese con que los procesos científicos subyacentes eran tan poco comprendidos que no se podría hacer ninguna estimación confiable. A pesar de ello, el estudio TTAPS no sólo hizo esas estimaciones, sino que llegó a la conclusión de que serían catastróficas.
De acuerdo a Sagan y sus colegas, aún un limitado intercambio nuclear de 5.000 megatones haría que la temperatura global disminuyese 35º C, y que este cambio duraría durante tres meses. Las erupciones volcánicas más grandes que conocemos cambiaron las temperaturas del mundo entre 0,5 y 2º C. Las edades de hielo cambiaron las temperaturas globales en 10º C. Y aquí tenemos un cambio estimado tres veces más grande que una edad de hielo. Uno esperaría que esto estuviera sujeto a alguna clase de disputa.
Pero Sagan y sus colegas estaban preparados, porque el invierno nuclear fue desde el principio el objeto de una muy bien orquestada campaña mediática. El primer anuncio apareció en un artículo de Sagan en el suplemento dominical de Parade. Al día siguiente, se realizó en Washington una conferencia altamente publicitada y de elevado perfil, sobre las consecuencias a largo plazo de una guerra nuclear, presidida por Carl Sagan y Paul Ehrlich, los científicos más famosos y experimentados en medios de difusión de su generación.
Sagan apareció 40 veces en el Show de Johnny Carson. Ehrlich apareció 25 veces. Después de la conferencia se realizaron varias conferencias de prensa, encuentros con congresistas, y mucho más. El estudio formal en Science se publicó meses después.
Esta no es la manera en que se hace ciencia, esta es la manera en que se vende un producto (...)
Freeman Dyson fue citado diciendo que "es una pieza de ciencia absolutamente atroz, pero... ¿quién quiere ser acusado de estar a favor de la guerra nuclear?" Y Victor Weisskopf dijo: "La ciencia es horrible, pero quizás la psicología sea buena." (...)
¿Qué pasó con el Invierno Nuclear? A medida que el fulgor de los medios se desvanecía, su robusto escenario parecía cada vez menos persuasivo; John Maddox, el editor de Nature, criticó sus afirmaciones repetidamente; en el plazo de un año, Stephen Schneider, una de las figuras que lideraban el modelado climático, comenzó a hablar de un "otoño nuclear". Ya no sonaba igual (...) El bochorno final vino en 1991, cuando Carl Sagan predijo en Nightline que los fuegos de los pozos petrolíferos de Kuwait producirían un efecto de invierno nuclear, causando "un año sin verano", poniendo en peligro las cosechas de todo el mundo. Sagan enfatizó que el resultado era tan probable que "debería afectar los planes de guerra". Nada de eso sucedió.Muy ilustrativo. Hoy ya no hay ningún científico que se refiera a la hipótesis de Sagan como "ciencia". A lo sumo, es una suposición o una hipótesis de trabajo en el mejor de los casos.
Pero claro, tanto Crichton como Lomborg u otros muchos son malvados agentes de la industria que manipulan lo que haga falta con tal de negar la Gran Verdad: estamos cerca del Apocalipsis y debemos arrepentirnos todos y salir corriendo a la delegación de Greenpeace o de Amigos de la Tierra más cercana para hacernos socios militantes.
¿No os parece que todo esto suena demasiado a una fe religiosa?
Saludos