Por puro amor al copo, vengo de hacer una guardia de casi tres horas en la cima de Sollube (alrededor de 700m) mientras leía a Dostoievski dentro del coche (me gusta “ambientar” mis lecturas lo más posible y por este rincón de Vizcaya las ventiscas de la literatura rusa como que no son fácilmente “adaptables”).
A las tres la nevisca ha empezado ya a espolvorear la cima, con 1,5º de temperatura. La precipitación ha sido constante hasta eso de las 17.30, primero con copito redondo y pequeño y luego ya con copo más grande, tipo pelusilla. Desde entonces, ná de ná... la temperatura, además, se mantenía en valores similares cuando he empezado a bajar (a eso de las 5.45) y había una finísima capa de nieve cuajada a partir de una cota de 600 metros de altitud, más o menos. En una bajadita de exploración que hice desde la cima para determinar el radio de acción de nuestro anhelado meteoro, registré la caída de copos a unos 500 metros de altitud; por debajo de ese nivel, sólo caían gérmenes, cigotos y abortos de copo (más dignos de la ciencia de la teratología que de la méteo), extraviados en medio de una llovizna de vagas reminiscencias uterinas.
Bueno, pues a ver que nos depara este episodio... yo, por si acaso, ya tengo preparado a Tolstoi en el sofá de mi casa, junto a la ventana. Ojalá tenga que abrirlo.