Apuro ya mis ultimísimas jornadas vacacionales, en las que me he podido dedicar a esta pasión de la observación de los cielos, y hoy, antes de la vuelta a la rutina, llueve por fin sobre Cieza, después de no hacerlo (caer de vez en cuando 2 gotas de barro no es llover) desde mayo, si las cuentas no me fallan
. Y pensar que el eje de circulación de tormentas SO-NE está tan sólo a unos Km al noroeste de este pueblo, que ve pasar las tormentas sin que le afecte ninguna, hasta hoy, claro, día en el cual el corredor murciano-albaceteño ha ampliado su anchura quedando Cieza en su radio de acción
.
Eran las 15:30 más o menos cuando el radar de Murcia daba la señal de movimiento cerca de aquí, hacia el corredor, como viene siendo habitual este septiembre. Yo, ingenuamente, decido ir hacia el noroeste, hacia el pasillo de tormentas, y lo que he hecho es terminar en un lugar en el que sólo ha llovido débilmente, lloviendo esta vez con ganas unos 9-10 Km al sur de donde yo estaba.
Pero la ventaja de circunstancias así, es poder observar la tormenta siempre desde cierta distancia, lo que, aunque sólo sea un triste consuelo, sirve para poder sacar más cómodamente las fotos
, con un buen ángulo de visión de la nube y disminuyendo los riesgos físicos por la presencia de rayos muy próximos.
Llego a uno de mis puestos, y en ese momento seguía convencido de que la tormenta me pasaría por encima, el ruido de los truenos era continuo, pues los rayos se sucedían sin interrupción, es de esas tormentas que ya de lejos impone respeto
.
El borde sur tenía buena pinta:
La cosa se acercaba, y siempre, como testigo, mi querida Cabeza del Asno
:
Viendo la pinta del nubarrón, aparco el vehículo bajo cubierto, es algo que tengo muy presente en la elección de mis lugares de observación, pues no tengo ganas de destrozar el coche ante posibles megagranizadas.
Pero al final sólo llueve moderadamente, comprobando luego en el radar que sobre mí pasó una zona poco activa de la tormenta, formándose un núcleo mucho más importante algo hacia el suroeste, que se dirigía directo a Cieza.
Viendo in situ que aquello no pasaba de 4 gotas gordas, me voy a otro punto, ya descuidando el tema del granizo, pues ese riesgo ya parecía haber desaparecido por la zona en la que me movía.
Entonces, teniendo ya una amplia vista hacia Cieza, hacia el sureste, a unos 10-12 Km, veo que comienza a asentarse sobre el casco urbano un chubasco entonces no demasiado aparatoso, y que todavía no tenía una actividad eléctrica destacada:
¿Y la temperatura?, pues salí de casa por encima de 30º, como es costumbre aquí
, para terminar haciendo las fotos con frío, de repente me baja el termómetro tras las 4 gotas gordas a 18ºC
.
Poco después el ruido de los truenos y el festival de rayos era imponente y precioso, y el desplome de agua justo sobre Cieza, estático durante cierto tiempo, era curioso y sobrecogedor; parecía que la ciudad hubiera atraído sobre sí el nubarrón y no lo quisiera soltar:
Sobre una pequeña superficie la nube descargaba toda su furia, esa pequeña superficie era Cieza y alrededores:
En esta foto, echando la vista hacia la derecha, puede verse el diluvio, haciéndolo para la izquierda pueden verse las primeras gotas sobre el radar de Murcia, en la Sierra de la Pila:
Siendo consciente de que había caído bastante agua de manera concentrada unos Km al sur de donde estaba haciendo las fotos, me voy hacia Cieza, pero no directamente al pueblo, sino que decido pasar por el huerto de mi padre para ver que suerte habían corrido tomates, patatas, y demás productos de la huerta para "autoabastecimiento casero familiar"
, como buenos murcianos.
Cada vez que me acercaba más hacia Cieza, se veían más patentes las huellas del aguacero, con arrastres de tierra sobre la carretera (Nacional-301), los campos de melocotoneros completamente encharcados, y todas estas cosas típicas de las tormentas de cierta entidad, que contaros que no sepáis como buenos aficionados a todo esto
.
Pero al llegar a mi huertecito, que está muy próximo a una de las ramblas más conocidas de Cieza (Rambla del Judío), ya próxima a su desembocadura en el Segura (unos 3 Km aguas arriba de Cieza), veo con asombro como un vecino huertano me dice que no puedo pasar la rambla. Esto en principio no tiene importancia, pero si tenemos en cuenta que sólo unos 2-3 Km más arriba hay una enorme presa para contención de avenidas (creo que es la 2ª presa de mayor longitud de España) la cosa si era un tanto sorprendente, pues delataba que en lo poco de cuenca receptora que había entre el punto donde estaba y la presa había tenido que caer la de Dios, para que el agua se desbordara y bajara como cuando solía hacerlo antes de la construcción de la mole de hormigón, arrastrando las escorrentías enormes de las tormentas jumillanas, las que caen a veces al norte de Cieza a unos 20-40 Km del pueblo. Bueno, pues evidenetemente por ahí no podía ir a Cieza:
Durante todo el tiempo que allí estuve, el nivel del agua subía, y empezaba a afectar a los cultivos colindantes, al tiempo que sobre el agua se formaba una capa espectacular de neblina, supongo que por la elevada humedad relativa del aire tras la tormenta que no era capaz de absorver en forma de vapor el agua que se iba evaporando de la riada:
Decido ir a Cieza por la carretera comarcal B-19 (Cieza -Calasparra), pero veo una cola de coches que viene en sentido contrario y uno de los conductores me avisa de que no se puede pasar por el puente de esta carretera sobre la rambla antes vista. Pues nada, otra ruta fallida hacia Cieza. La única solución retornar hasta la nacional
. Antes de llegar nuevo atasco por el paso sobre un improvisado charco de unos 30-40 cm de profundidad al paso de la carretera bajo la vía férrea, ya pensaba que me iba a quedar sin rutas para volver a casa
. Pero ese charco no era nada, sólo que a un conductor demasiado precabido que iba delante de otros cuantos le dio algo de miedo pasarlo y se lo pensó un ratillo
.
Pues por fin consigo llegar a Cieza antes de que anocheciera, pero decido darme una vuelta por el Segura a a ver como bajaba tras las lluvias. Lo hacía algo crecido, color marrón propio tras las tormentas y arrastrando en sus aguas muchas cañas y palos en un régimen algo más turbulento del habitual:
Por último, junto al río, veo que el pequeño campo de fútbol de "La Era" estaba impracticable
:
Ahora ya sí, vuelta a casa
.
Saludos.