Esta tarde la he dedicado en parte al ejercicio físico, ascendiendo, como suelo hacerlo corrientemente, al Pico de la Atalaya, la montaña más emblemática de Cieza (Murcia). Desde allí arriba, se veían por un lado unos cirros aislados que se acrecaban desde el noroeste, y por otro, aparecían unos claros indicadores de inversión térmica y presagio de una nueva noche fría.
Algunos cirros no sé bien si eran trazas de condensación ya muy desfiguaradas por los fuertes vientos en altura:
En la foto anterior, abajo se ve al fondo la Cabeza del Asno a la izquierda y distintas montañas albaceteñas a la derecha.
No voy a meterme en la especie ni nada de esto porque lo desconozco, pero la cuestión es que estos cirros se deshilachaban a pasos forzados:
Ahora tenemos una traza de condesación y quizás unos cirrocúmulos, y el humo del valle indicando claramente el techo de la inversión térmica, que debía andar por unos escasos 300 msnm:
Veamos aquí esa frontera imaginaria entre masas de aire más claramente:
Por cierto, en la cumbre hacía una tarde muy suave y con solecito, al bajar de nuevo al valle ya había 6º a las 18 horas.
Y aquí la neblina por entre el accidentado relieve ciezano:
Saludos.