Esta variante de los cúmulos se llama así debido al hecho de que el fuego (pyros, en griego) es el causante de las corrientes ascendentes y del vapor de agua que se combinan en la creación de la nube.
Un gran incendio produce fuertes corrientes de aire ascendentes y una gran cantidad de vapor de agua liberado por el aire y la vegetación durante el proceso de combustión. El aire ascendente eleva el vapor de agua a un nivel en el que se condensa y forma cúmulos que sobrevuelan el incendio.
La base de estas nubes a veces resulta difícil de distinguir, puesto que suele estar escondida tras el humo del incendio, pero la parte superior de la nube puede quedar muy por encima de la pantalla de humo.
Los pirocúmulos tienen una domensión vertical muy variable, desde el tamaño "humilis" hasta el "congestus". En algunos casos la nube puede llegar a producir chubascos que limitan o incluso extinguen el fuego. Sin embargo, en regiones subtropicales especialmente, en las que la condensación atmosférica es consecuencia de un alto nivel de humedad en las masas de aire circundantes, las nubes siguen creciendo hasta que se convierten en cumulonimbos. En este caso, los rayos procedentes de la tormenta pueden abrir otros frentes de fuego.
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