Lo que mola mucho es ver cómo Isabel se ha perdido por el norte de Canadá (ya pasó a la historia) y el hueco dejado ha sido aprovechado por dos borrascas para descolgarse desde el sur de Groenlandia e Islandia, y ponerse en medio del Atlántico frente a costas peninsulares
Es indudable que tras su paso a través de Canadá, Isabel ha supuesto una inyección de aire cálido, habiéndose alcanzado temperaturas inusualmemte templadas para estas fechas en el norte canadiense.