ASCO Y VERGÜENZA
COMUNICADO DE LA CAMPAÑA DE AFECTAD@S POR REPSOL-YPF ANTE EL DERRAME DEL OCP
(Oleoducto de Crudos Pesados)
De nuevo, en silencio, tragamos
lágrimas y saliva al ver la Amazonía ecuatoriana teñida de negro, por los
más de 14.000 barriles de petróleo derramado del Oleoducto de Crudos
Pesados derramados en la oscuridad del 27 de febrero.
La incompetencia de la compañía es de semejante magnitud a
los impactos del derrame, pues enterada del accidente, no cerró a
tiempo las válvulas del oleoducto. Según un informe del Ministerio de
Medio Ambiente de Ecuador se afectó gravemente la Reserva
Ecológica Cayambe-Coca y en las poblaciones de San Carlos y San Luis,
cercanas al río Quijos, se observaron parches de crudo 72 horas
posteriores al derrame y no existieron acciones correctivas por parte de la
OCP.
A la memoria nos vienen tantos pronunciamientos y advertencias
hace apenas media década, cuando en plena construcción del OCP, conocido
ya entonces como Oleoducto de Contaminación y Pobreza, organizaciones
de todo el mundo criticaban la seguridad de este tubo construido a
las prisas.
Había millones de barriles enterrados en la selva que empresas
como Petrobras, Repsol-YPF o Perenco necesitaban comercializar
para engrosar sus voraces bolsillos. Había también muchos bancos, como
el BBVA, el City Group o el West LB que se beneficiarían con
unos intereses para engrosar sus también voraces cajas fuertes.
¡Todos querían dinero y lo querían ya!
Por eso militarizaron la construcción del Oleoducto y encarcelaron
a jóvenes ecuatorianos que, encaramados a los árboles de Guarumos,
se negaban a que el pueblo de Mindo fuera pasto de derrames de ahora
en adelante. Y en Lago Agrio también reprimieron las mobilizaciones
de una población que se pronunció en contra de este proyecto. Pero
tenían prisa.
El OCP era negocio y excusa para ampliar la frontera petrolera y
los dominios transnacionales por la cuenca amazónica. Todos querían su
trocito de pastel!
Ahora, de nuevo, la impunidad ambiental sobrevuela los
valles ecuatorianos, mientras en los afluentes del río Napo, toneladas
de crudo impregnan la vegetación y cualquier bicho que se acerque. Y
en los lechos de los ríos se depositan todo tipo de hidrocarburos en
sus diferentes estados, para envenenar lentamente a toda la cadena
trófica de la selva ecuatoriana. Y poblaciones como Coca, de 30.000
habitantes se quedan sin suministro de agua, por no hablar de las
comunidades indígenas, las cuales sólo se les permite salir en la foto de
algún cínico informe de Responsabilidad Social Corporativa.
Ante tanta muerte, ¿quién paga el entierro?
Desde la Campaña internacional de Afectad@s
por Repsol-YPf exigimos:
1. Una Auditoría ambiental completa, seria, independiente y
competente para evaluar todos los impactos presentes y futuros del
derrame.
2. Juicio penal a los directivos de las empresas que forman
el consorcio OCP, por crímen ambiental y delitos a la salud pública.
3. Paralización indefinida del flujo de crudo a través del OCP
hasta que la Justicia no haya juzgado y condenado a los
culpables.
4. Con la expulsión de la compañía Occidental como
precedente, expulsar también, de una vez por todas, a la compañía Repsol
YPF del país. Existen demostrados motivos económicos, sociales y
ambientales para que Ecuador ejerza la soberanía en su territorio y se
libere de una empresa que tanto daño ha hecho a esta nación.
Y es tarea de todos y cada uno de los países importadores de
petróleo, implementar medidas urgentes para transicionar a formas de
vida independientes a la violencia y contaminación que
lastimosamente siempre acompañan al negro combustible.
http://repsolmata.ourpoject.orgvean imágenes del derrame:
http://www.youtube.com/watch?v=WjxiiZxywQI