El clima de Sierra Nevada

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Re: El clima de Sierra Nevada
« Respuesta #24 en: Lunes 14 Septiembre 2009 21:08:56 pm »
Yo creo que habrá lugares más húmedos.....en que orientación estan estos observatorios¿¿¿ a lo mejor la vertiente E es más húmeda.
En el Canigó pasa algo parecido, pueblos a 700-900m en la vertiente oeste apenas llegan a 700mm, mientras que los de la vertiente este abiertos a las marinadas (y con mucha incidencia de tormentas) les doblan, con totales de 1500mm.


Saludos
"El Yeti" Aquí si que fa rasca collons!!!!

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Re: El clima de Sierra Nevada
« Respuesta #25 en: Lunes 14 Septiembre 2009 21:24:42 pm »
Yo creo que habrá lugares más húmedos.....en que orientación estan estos observatorios¿¿¿ a lo mejor la vertiente E es más húmeda.
La parte más húmeda es la Oeste. Ahí es donde se dan los máximos valores de los datos que puse (Dilar, Monachil, Diechar, Quéntar (incluso creo que el embalse de Canales tiene que ser algo más húmedo que el de Quéntar, a ver si saco datos)... Zonas bien orientadas de la Alpujarra seguro que también recogen buenas cantidades, pero apenas hay datos y los que hay son recientes y con series muy cortas  :-\

El pico del Caballo (el 3.000 que está más al sur) tiene que recibir también muy buenas cantidades, sobre todo por la buena orientación.

Un mapilla para ubicar a la gente:
http://www.rinconcastellano.com/sierranevada/fotos/parquenacional_map_high.jpg
Desde Maracena, a 2 kilómetros de Granada, en plena Vega (665 msnm)
2005--> 182.9 l -10.9/41.8 2006--> 332.3 l -5/42        2007--> 225 l -6.2/39.7
2008--> 349.5 l -4.1/39.2   2009--> 498.7 l -6.1/39.9  2010--> 557.8 l -6.2/39.5
2011--> 363.8 l -3.7/40.4   2012--> 426.5 | -9.7/42     2013--> 512.4 | -5.3/40.8
(Datos MundoManz, Granada-Aeropuerto)

Desconectado buisan

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Re: El clima de Sierra Nevada
« Respuesta #26 en: Martes 15 Septiembre 2009 10:46:46 am »
Yo creo que habrá lugares más húmedos.....en que orientación estan estos observatorios¿¿¿ a lo mejor la vertiente E es más húmeda.
La parte más húmeda es la Oeste. Ahí es donde se dan los máximos valores de los datos que puse (Dilar, Monachil, Diechar, Quéntar (incluso creo que el embalse de Canales tiene que ser algo más húmedo que el de Quéntar, a ver si saco datos)... Zonas bien orientadas de la Alpujarra seguro que también recogen buenas cantidades, pero apenas hay datos y los que hay son recientes y con series muy cortas  :-\

El pico del Caballo (el 3.000 que está más al sur) tiene que recibir también muy buenas cantidades, sobre todo por la buena orientación.

Un mapilla para ubicar a la gente:
http://www.rinconcastellano.com/sierranevada/fotos/parquenacional_map_high.jpg
Pues si,el oeste parece más húmedo,supongo que ligado a la ciculación de frentes atlánticos (más al sur en invierno),aunque llegen desgastados los 3500mts. tienen poder...
Ahora que poca influencia tiene el cercano mediterraneo.


« Última modificación: Martes 15 Septiembre 2009 10:54:39 am por buisan »

pannus

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Re: El clima de Sierra Nevada
« Respuesta #27 en: Martes 15 Septiembre 2009 20:14:26 pm »
Pues una montaña más humilde que Sierra Nevada como el Moncayo está rodeada casi de los mismos secarrales y lejos de influencias húmedas y da los totales de Sierra Nevada a 2500msnm.casi en su base.Y de ahi para arriba aumentando.
 Con esto quiero decir que no acabo de entender la poca influencia relativa de la altitud en Sierra Nevada.Una montaña de 3500 m. aunque sólo sea por forzamiento orográfico...

Es que el Moncayo está mucho más al N, con lo que queda más a menudo en el radio de acción de las depresiones.
La actividad tormentosa entre mayo y septiembre es mucho mayor (en esos meses poco cae en el sur), y las nortadas se cuelan fácilmente por el pasillo Cantabria-Navarra.

Ya sabes, en nuestras tierras cuanto más al SE, menos precis. En principio.

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Re: El clima de Sierra Nevada
« Respuesta #28 en: Viernes 18 Septiembre 2009 16:58:33 pm »
La vegetación yo solo la considero reveladora de la humedad de un clima, si la agresión humana no ha sido excesiva, lo que implica sobre todo unos suelos no tocados.

Se minusvalora el factor suelo a menudo, y para mí es igual o más crítico que el clima para posibilitar el desarrollo de una determinada especie. Y no solo me refiero a árboles sino a arbustos también, claro, aunque en la mayoría de estos su ciclo vital es más rápido que el de los  árboles, y ello posibilitaría su recuperación más rápida ante las agresiones humanas.

También hay zonas que han sido muy deforestadas históricamente, y otras menos. Y tengo supercomprobado que para la regeneración de la vegetación, lo más importante, es precisamente su cercanía a buenos bosques maduros supervivientes. Aunque claro, estos, siendo climácicos, sí que dependen directísimamente del clima.

En las Islas Británicas llueve muchísimo, y están peladísimas por mucha yerbecita verde que haya. Y lo que costaría recuperar la vegetación natural allí sería increíble. Por mucho que llueva.

Todo realmente está relacionado=clima-suelo-vegetación. Pero esta última es representativa en realmente my pocos casos, porque casi siempre el hombre la ha jodido, la vegetación y con mucha probabilidad consecuentemente el suelo.

Y, y esto ya es un comentario "extra", una vez jodidos ambos, en mi opnión, actuarán  a su vez sobre el clima haciéndolo más extremo, y reduciendo aunque sea en un porcentaje pequeño, las precipitaciones.

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Re: El clima de Sierra Nevada
« Respuesta #29 en: Viernes 18 Septiembre 2009 19:48:57 pm »
La Sierra se caracteriza por una elevada insolación estival, característica del clima Mediterráneo. Las brisas del Mediterráneo son cortadas por la montaña adyacente Sierra de Contraviesa que con unos 1300 mts de media evita la entrada de nubes bajas. Pero de hecho son escasas porque el mar es profundo y frio aqui.Las que entran lo hacen por el Valle de Guadalfeo y se entancan a 1000-1500 en la Alpujarra, ayudando a mantenerla humedad en las zonas pobladaqs. Más arriba del nivel de inversion las precis son nulas y las zonas de Cumbre un torrido desierto desde como una isla observas la montaña emerger de un mar de polvo sahariano.
Durante el otoño los vientos predominantes determinan dos situaciones. El SW, muy húmedo en Andalucia occidental a esta región llega muy influenciado por el tener que atravesar Marruecos. A ello se añade cierta divergencia en los flujos de vientos superficiales al entrar por el Estrecho de Gibraltar, se dividen en dos ramales, uno se desvía fuertemente por las sierras de Cadiz y se encauza por el Valle del Guadalquivir dejando más precipitaciones, el otro se desplaza paralelo a la  costa mediterránea. Las montañas costeras dificultan la entrada de ese flujo hacia el interior y lo despojan de su humedad.  Ciertas situaciones introducen la masa humeda hasta el mar de Alboran. en este caso las precipitaciones pueden ser intensas y continuadas en la Alpujarra.
El NW y sobre todo el W (no araviesa todas las cordilleras españolas)es el viento más agraciado en la Sierra, las nubes quedan atrapadas en los valles del norte y precipitan can abundancia.
A levante, muy mal dispuesto, completamente perpendicular a estos flujos y con la disposicion  en flecha, casi no tienes efectos importantes pluviométricos.
Por último las formas redondeadas de la montaña, . Me gustaria meter la Montaña en un tunel de viento y ver que sale..porque debe ser algo completamente sorprendente.

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Re: El clima de Sierra Nevada
« Respuesta #30 en: Domingo 20 Septiembre 2009 00:51:33 am »
añado este artículo que aparece hoy en el ideal de granada,

Científicos del Zaidín estudian los efectos del cambio climático a partir de bacterias de Sierra Nevada
Citar
Un grupo de científicos de la Estación Experimental del Zaidín de Granada estudia los efectos del cambio climático en los Parques Nacional y Natural de Sierra Nevada a partir de bacterias que viven en el suelo.
El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Manuel Fernández López ha asegurado en declaraciones que el proyecto investiga la biodiversidad microbiana asociada a las raíces de encinas y de robles en distintas alturas del Parque Natural.
Fernández ha explicado que la Alpujarra granadina es la zona elegida para el estudio puesto que se ha observado que los encinares están sustituyendo a los robledales por el calentamiento global, que implica un aumento de temperatura y la disminución de precipitaciones.
El proyecto, que tiene una duración de cinco años, resulta "bastante complicado", ha afirmado el investigador, ya que las poblaciones arbóreas que viven en los bosques al tener una vida media prolongada pueden parecer resistentes, en un principio, a unos cambios que a la larga podrían acabar con ellos.
En este sentido, el grupo de investigadores decidió analizar las comunidades microbianas presentes en el suelo de los Parques Natural y Nacional, lugar donde habitan robledales y encinares, ya que las bacterias son sensibles a los cambios de temperatura y humedad.
Además, estos organismos se pueden utilizar como bioindicadores del cambio climático, algo que ayudará a aconsejar qué tipo de plantas habrá que repoblar en suelos desforestados, como es el caso de la zona incendiada en 2005 en el municipio granadino de Lanjarón, donde el fuego arrasó 3.425 hectáreas.
"Estamos trabajando también en una altitud de 2.000 metros como posible zona de reforestación", ha dicho Fernández, para observar si el robledal se puede extender en la parte superior debido al aumento de temperatura.
A partir de muestras del suelo, los investigadores obtienen la huella genética o "fingerprint" de los microorganismos y, después de extraer el ADN, se somete a una reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que se encarga de obtener muchas copias del material genético, con el fin de determinar las especies de microorganismos presentes en el suelo.
Además, controlan periódicamente las condiciones de humedad y atmosféricas de los árboles de la zona mediante sondas ubicadas en sus troncos.
"Es una apuesta novedosa para conocer las variaciones de las comunidades microbianas sin necesidad de esperar años", ha dicho Fernández.
El científico ha señalado también que es interesante hacer este estudio en zonas locales para tratar de adaptar y mitigar los problemas causados como consecuencia del cambio climático.

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Re: El clima de Sierra Nevada
« Respuesta #31 en: Domingo 27 Septiembre 2009 12:28:15 pm »
Artículo sobre el cambio climático en Sierra de Lújar: "Un regalo inesperado del cambio climático" de José Gabriel Segarra (Quercus, 215)
(asociación buxus de Motril)
realmente no sabía donde encajarlo, y no se si este es el tema más adecuado  :confused:



Citar
RESPUESTA ÍNTEGRA DE JOSÉ ANTONIO HÓDAR

Profesor de Ecología de la Universidad de Granada y socio fundador de A. Buxus
Estimado José Gabriel,
Acabo de leer el "reto eco-lógico" que planteas en el Quercus del mes de enero y me he animado a intervenir por dos razones: primero, porque conozco la zona concreta sobre la que planteabas las preguntas (el alcornocal de la Sierra del Jaral; yo soy de la comarca) y porque los efectos del cambio global son actualmente tema directo de investigación por mi parte. Así que ahí va.

¿Podría alguien documentar algún caso más de expansión de bosques en zonas
semiáridas por causas naturales?

Los bosques españoles en general llevan expandiéndose en superficie y/o incrementando su densidad y biomasa todo el siglo XX; cualquiera que disponga de fotografías de finales del siglo XIX o principios del XX (ver, por ejemplo, Titos 1997, para algunas imágenes de Sierra Nevada), o maneje fotos aéreas de los años cincuenta del siglo XX y las compare con las de ahora puede decirlo. En esta expansión han tenido que ver, por un lado, las labores de reforestación masivas habidas durante los últimos decenios; por otro y sobre todo, los cambios en el uso de los bosques por parte del ser humano: limitación del carboneo y la extracción de leña (que ha dado lugar a muchos de los encinares y melojares que hoy conocemos, por ejemplo, en Sierra Nevada), limitación de la deforestación en zonas mineras por abandono de las minas (caso de la parte alta de Sierra de Lújar o de Sierra de Baza, Sánchez-Picón 1996, Sánchez-Quirante 1998), y reducción, al menos en términos generales aunque con incrementos puntuales, de la presión por herbívoros salvajes y domésticos. Estos cambios han tenido como consecuencia que una regeneración que antes no se producía porque se veía colapsada debido a las actividades humanas, ahora sí es posible. A esto ayudaron períodos de lluvias por encima de la media, como la década de los 60, que fueron muy bien aprovechados por las repoblaciones efectuadas en aquellos años para dar un estirón definitivo.

¿Por qué el cambio climático favorece el aumento de la biomasa forestal?

Porque incrementa la disponibilidad de un factor limitante (el CO2) e incrementa los niveles de otro factor que, aunque en general no es limitante en nuestras latitudes, aumenta el rendimiento de la fotosíntesis siguiendo una Q10, como es la temperatura.
Dado que el CO2 de hecho se encuentra en una proporción muy baja en la atmósfera terrestre, el incremento de su concentración supone un efecto de fertilización. A esto ayuda el incremento en temperatura debido al efecto invernadero. Mediados los años ochenta del siglo XX se estimaba que el efecto combinado del incremento de CO2 y temperatura haría aumentar la productividad vegetal en un 30% (Kimball 1983). La investigación posterior ha demostrado que esto es una visión muy simplista del problema, por varias razones. Las plantas responden al incremento en concentración de CO2 mostrando un incremento en el ritmo de crecimiento y en la eficiencia en el uso del agua y del N, una reducción de la fotorespiración y de la conductancia estomática, y un incremento de la producción, tanto de la parte aérea como de la radicular (Körner y Bazzaz 1996, Pospisilova y Catsky 1999, Medlyn et al. 2001, Kubiske y Godbold 2001). Esto está confirmado por análisis dendrocronológicos que muestran cómo el crecimiento en grosor de muchos árboles ha incrementado desde 1850 (Cannell 1998), y se ha registrado una progresiva disminución en el número de estomas por unidad de superficie en muchas plantas desde entonces a ahora (Peñuelas y Matamala 1990, Beerling y Kelly 1997). Sin embargo, también hay datos que parecen oponerse a estos efectos positivos o, como mínimo, los matizan (Bazzaz 1990, Walker et al. 1999). Así, el efecto neto del incremento de CO2 en la atmósfera es un incremento del estrés hídrico en las plantas, el incremento en productividad se reduce o incluso desaparece en poco tiempo porque las plantas se aclimatan rápidamente a la nueva situación, y la respuesta es muy especie-dependiente, ya que algunas especies muestran claros incrementos de productividad mientras que otras no muestran diferencias (Bazzaz et al. 1994, Peñuelas et al. 1997, Idso 1999, Körner 2000, Saxe et al. 2001). A escala global, las plantas efectivamente están mostrando una respuesta a todos estos cambios, y al menos inicialmente esta respuesta parece acorde con un incremento en la productividad total, pero desde luego no se alcanzan las cifras que se barajaban inicialmente. Se calcula que en los últimos 20 años la biomasa vegetal en todo el globo terrestre ha incrementado un 6% (Nemani et al. 2003), pero en todo caso este aumento parece mucho más causado por el incremento en temperatura y la prolongación del período vegetativo de las plantas en latitudes boreales que por el efecto directo de la fertilización por CO2 y un consecuente favorecimiento de los bosques en los sistemas semiáridos. La cuestión es, sin embargo, si el aumento de la biomasa forestal se traduce en un incremento de la regeneración forestal y de la superficie cubierta por bosque, ya que no necesariamente tiene que ser así.

¿Habrá otros efectos implicados en el proceso además de los apuntados?

Por supuesto. La economía del agua es uno de los principales factores adicionales implicados, aunque no el único. Al incrementar la tasa fotosintética (por el incremento
de CO2 y de temperatura) incrementan también las necesidades de agua, pero no sólo de ella, sino de en general todos los nutrientes esenciales, como N y P. Sin embargo, en el balance hídrico de una plántula o juvenil de una especie concreta (que son, no lo olvidemos, las fases críticas en el establecimiento y puesta en marcha de la regeneración del bosque o su expansión a otras zonas) intervienen mucho más fenómenos de escala local, como la facilitación por matorrales, que otros de escala más amplia como la precipitación recibida durante el año. Dicho de otro modo, es más fácil el establecimiento de un pequeño alcornoque (o encina, o pino) a la sombra de un romero en un año de pluviosidad normal que el establecimiento de ese mismo alcornoque en un suelo desnudo en un año que llueva el doble de lo normal, porque incluso ese año lo normal será que no llueva en verano (la sequía estival típica del clima mediterráneo) y la plántula no sobreviva a estas condiciones si alguien no le da sombra. En estas condiciones, no tiene nada de extraño que el alcornocal de la Sierra del Jaral se esté expandiendo y que en sus bordes se vean "ejemplares jóvenes creciendo vigorosamenteentre el matorral mediterráneo circundante". Lo raro sería que esta expansión se diera por zonas de suelo desnudo y sin matorral, por ejempo cultivos abandonados en los que aún no se hubiera establecido el matorral pionero. El papel que estos fenómenos de facilitación juega en el establecimiento de las especies forestales en los ambientes mediterráneos ha sido profusamente estudiado (ver por ejemplo Castro et al. 2002, 2004, Gómez et al. 2004, Zamora et al. 2001b), y han aparecido artículos al respecto incluso en Quercus (Zamora et al. 2001a). Con una actividad humana directa (recolección de combustible) e indirecta (pastoreo) en retroceso en el bosque y en estos matorrales, no tiene nada de extraño que la potencial expansión de los bosques, que siempre ha existido, pueda ahora llegar a término, incluso con unas condiciones
abióticas más extremas.

¿O tal vez la causa para explicar este fenómeno es independiente del incremento
del CO2?

De lo dicho más arriba puede deducirse que sí. Hay muchas más causas próximas y directas que pueden explicar muy bien el reciente proceso de expansión de nuestros bosques. Eso no quiere decir que el incremento de CO2 sea irrelevante, quiere decir simplemente que no es ni de lejos el factor fundamental, y que, en todo caso, atribuir una causalidad tan directa a un factor tan general puede ser, como poco, equívoco.
Probablemente ninguno de nosotros se atrevería a decir que un accidente de tráfico concreto se ha debido enteramente al incremento de vehículos en circulación durante los últimos veinte años, lo normal será que encontremos causas más próximas y directas que expliquen por qué ocurrió el accidente; sin embargo, es posible que ninguno de nosotros se atreva a decir, con rotundidad, que el incremento de vehículos en circulación durante los últimos veinte años no tiene absolutamente nada que ver con el accidente. Aquí ocurre lo mismo; no es que el incremento de fotosíntesis de los alcornoques debido al incremento de CO2 sea absolutamente irrelevante, pero que ese incremento de fotosíntesis (si existe y si realmente se mantiene en el tiempo, lo que es, como poco, dudoso) conceda al alcornocal mejores posibilidades de expansión, es una afirmación demasiado gratuita, más disponiendo de otros muchos factores que pueden explicar de forma más sencilla y directa dicha expansión.
Bibliografía citada

Bazzaz, F. A. 1990. The response of natural ecoystems to the rising global CO2 levels.
Annual Review of Ecology and Systematics 21: 167-196.
Bazzaz, F. A.; Miao, S. L. y Wayne, P. M. 1994. CO2-induced enhancements of cooccurring tree species decline at different rates. Oecologia 96: 478-482.
Beerling, D. J. y Kelly, C. K. 1997. Stomatal density response of temperate woodland
plants over the past seven decades of CO2 increase: a comparison of Salisbury (1927)
with contemporary data. American Journal of Botany 84: 1572-1583.
Cannell, M. R. G. 1998. UK conifer forests may be growing faster in response to
increased N deposition, atmospheric CO2 and temperature. Forestry 71: 277-296.
Castro, J.; Zamora, R.; Hódar, J. A. y Gómez, J. M. 2002. Use of shrubs as nurse plants: a new technique for reforestation in Mediterranean mountains. Restoration Ecology 10:
297-305.
Castro, J.; Zamora, R.; Hódar, J. A.; Gómez, J. M. y Gómez, L. 2004. Benefits of using
shrubs as nurse plants for reforestation in Mediterranean mountains: a 4-year study.
Restoration Ecology (en prensa).
Gómez, L.; Zamora, R.; Gómez, J. M.; Hódar, J. A.; Castro, J. y Baraza, E. 2004.
Applying plant facilitation to forest restoration in Mediterranean ecosystems: a metaanalysis of the use of shrubs as nurse plants. Ecological Applications (en prensa).
Idso, S. B. 1999. The long-term response of trees to atmospheric CO2 enrichment.
Global Change Biology 5: 493-495.
Kimball, B. A. 1983. Carbon dioxide and agricultural yield: an assemblage of 430 prior
conservation. Agronomy Journal 75: 779-788.
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Kubiske, M. E. y Godbold, D. L. 2001. Influence of CO2 on the growth and function of
roots and root system. Páginas 147-191 en Karnosky, D. F.; Ceulemans, R.; Scarascia- Mugnozza, G. E. e Innes J. L. (editores), The impact of carbon dioxide and other
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Medlyn, B. E.; Rey, A.; Barton, C. M. V. y Forstreuter, M. 2001. Above-ground growth
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The impact of carbon dioxide and other greenhouse gases on forest ecosystems. CAB
International, Wallingford, Reino Unido.
Nemani, R. R.; Keeling, C. D.; Hashimoto, H.; Jolly, W. M.; Piper, S. C.; Tucker, C. J.;
Myneni, R. B. y Running, S. W. 2003. Climate-driven increases in global terrestrial net
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Peñuelas, J.; Idso, B.; Ribas, A. y Kimball, B. A. 1997. Effects of long-term atmospheric CO2 enrichment on the mineral concentration of Citrus aurantium leaves.
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Sánchez-Picón, A. 1996. La presión humana sobre el monte en Almería durante el siglo XIX. Páginas 169-202 en Sánchez-Picón, A. (editor), Historia y medio ambiente en el territorio almeriense. Servicio de publicaciones de la Universidad de Almería, Almería.
 Sánchez-Quirante, L. 1998. La minería. Páginas 198-202 en Guía para conocer y visitar el Parque Natural Sierra de Baza. Asociación Proyecto Sierra de Baza, Granada.
Saxe, H.; Cannell, M. G. R.; Johnsen, Ø.; Ryan, M. G. y Vourlitis, G. 2001. Tree and
forest functioning in response to global warming. New Phytologist 149: 369-400.
Titos, M. 1997. Sierra Nevada: una gran historia. Vol. 1. Monográfica Tierras del Sur,
Universidad de Granada.
Walker, B. H.; Steffen W. L. y Langridge, J. 1999. Interactive and integrated effects of
global change on terrestrial ecosystems. Páginas 329-375 en Walker, B. H.; Steffen, W.
L.; Canadell, J. e Ingram J. (editores), The terrestrial biosphere and the global change.
Cambridge University Press, Cambridge, Reino Unido.
Zamora, R.; Castro, J.; Gómez, J. M.; García, D.; Hódar, J. A.; Gómez, L. y Baraza, E.
2001a. Papel de los matorrales en la regeneración forestal en ambientes mediterráneos: aplicaciones para la restauración. Quercus 187: 40-47.
Zamora, R.; Gómez, L.; Castro, J.; Hódar, J. A.; Gómez, J. M.; Elola, S. y Montes, J.
2001b. Los matorrales facilitan la supervivencia de los brinzales en el monte
mediterráneo: evaluación de una nueva técnica de repoblación forestal. Montes para la sociedad del nuevo milenio: Actas III Congreso Forestal Español, vol. 2: 154-159.
Consejería de Medio Ambiente, Junta de Andalucía, Sevilla.
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