Llevo bastante tiempo leyendo lo que se opina en este foro, a favor y en contra de la existencia del cambio climático antropogénico y sus posibles consecuencias. Yo no tengo el bagaje de conocimientos necesario para poder entrar a discutir temas, digamos, técnicos. Pero sí que me gustaría compartir una reflexión.
Aparentemente, existen dos bandos irreconciliables: el de los científicos que creen que se va a producir una catástrofe climática de terribles consecuencias; y el de los que piensan que no va a suceder nada, o, al menos, nada grave.
Creo entender que el documento que propuse al principio del hilo aporta un cambio importante sobre el tema de discusión: la visión de que la presunta crisis se producirá mucho antes de lo esperado. Y veo notable el hecho de que científicos que postulan dicho cambio se jueguen su prestigio a corto plazo. Mientras las previsiones realizadas anteriormente barajaban fechas tan lejanas como para que pocos de los que estamos vivos ahora pudiéramos comprobar su veracidad, los científicos que defendían la realidad de la catástrofe podían tener la tranquilidad de que, si se equivocaban, eso ya no importaría para el devenir de sus carreras profesionales, ya que, para entonces, habrían fallecido. Pero hay quien hace pronósticos para fechas tan cercanas como 2013, concretamente sobre un Ártico libre de hielo en verano.
Lo que quiero decir es que hay algunos científicos que se están jugando su credibilidad en vida, al datar dichos cambios tan cercanos en el tiempo. Si se equivocan, podrían haber echado por la borda toda su carrera, lo que me parece muy arriesgado. Pero, y esto es aún peor, si aciertan su destino no sería ni mucho menos mejor. Y he aquí la paradoja. El científico "inteligente" sería, pues, aquel que defendiera la no existencia del peligro: si finalmente no pasa nada, obtendrá reconocimientos y, posiblemente, una promoción en su carrera. Pero si se equivocara ..., bueno, su destino no sería peor que el del que acertó en sus negros presagios.
Moraleja: en el peor de los casos, nadie reprocharía al que se equivocó, y nadie felicitaría al que acertó.
P.D.: Soy de los que creen que los políticos lo ven todo en clave electoral, así que, ante la menor duda, optarán siempre por no hacer nada que pudiera perjudicar las posibilidades de reelección de su partido. Puesto que el cambio climático antropogénico está tan discutido, y dado que intentar luchar contra ello supondría un sacrificio tan grande (y tan impopular) y de resultado tan incierto, veo muy difícil que la mayoría de los gobiernos del mundo tomen ninguna decisión que fuera lo suficientemente eficaz como para, al menos, adoptar medidas precautorias. Siendo esto así, pregunto: ¿qué sentido tiene la postura de los defensores de la realidad del cambio? Si lo que predicen es cierto, y se produce a corto plazo, la catástrofe es inevitable. Por lo tanto, ¿qué opción queda, salvo ser optimistas y confiar en que no ocurrirá nada?