Inviernos con poca pluma
Cada vez menos aves llegan a invernar a Asturias. El cambio climático suaviza año a año las temperaturas en el norte de Europa y las especies se quedan allí a pasar la estación
L. LÓPEZ RUIZ
Los humedales asturianos cada vez reciben menos aves acuáticas invernantes. Se trata de esas especies que huyen de los fríos del centro y el norte de Europa en busca de alimento. No son las bajas temperaturas las que les hacen volar miles de kilómetros hasta la Península Ibérica, o África, o Italia; las bandadas huyen de los humedales helados donde no pueden acceder a la comida.
El número de aves que llega cada temporada a Asturias osciló durante la última década entre los 45.000 ejemplares en los peores años, y los 127.000 que se registraron en 1997, el más pródigo en este tipo de visitas. De media, entre sesenta mil y setenta mil cada invierno. Unas variaciones de un año a otro que son naturales, ya que dependen de la crudeza del invierno: en aquellos más duros, el número que llega a la región se incrementa debido a que se hielan más humedales en el centro y el norte de Europa; en los más templados llegan menos, porque las especies se quedan a pasar la estación en su lugar de cría. En 2004 fueron sólo 39.747 las aves acuáticas que vinieron a pasar el invierno a la región.
Pero, al margen de estas variaciones de un año a otro, durante los últimos años se ha venido detectando un descenso paulatino de las poblaciones que arriban a Asturias con el frío. «La tendencia es a que, cada vez, vengan menos», explica el jefe del servicio de Caza y Pesca del Principado, Orencio Hernández. «Por ejemplo, en los años noventa venían cientos de avefrías, y últimamente ni las vemos, porque se quedan tan tranquilas en sus zonas de nidificación». Y también «las arceas, que desde hace dos o tres años no entran casi nada debido a la suavidad de los inviernos en Europa».
Peces y aves
Todo esto se puede poner en relación con la aparición de especies de peces tropicales en las costas asturianas, animales que hace poco sólo se encontraban en el litoral africano y caribeño. La razón era el calentamiento del mar. Y la falta de aves migratorias en Asturias también tiene que ver con el cambio climático y el calentamiento del planeta. «Si las aves tienen buenas condiciones en el lugar donde nidifican, no tienen necesidad de emigrar», explica Hernández.
El representante en Santander de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife), Felipe González, mantiene que se trata de «otro síntoma del cambio climático», aunque también es cierto que «en cada caso se debería estudiar si hubo cambios en el humedal de turno».
Porque el número de bichos alados que llegan a las costas, embalses, rías, charcas y ríos asturianos depende de muchos factores: «por ejemplo, del alimento, ya que si un año no hubo algas, vendrán menos aves. O si hubo sequía en Doñana, el lugar de España al que acuden más ejemplares; ese año, los cientos de miles que van allí se repartirán por otros humedales y se incrementará mucho la población de estos últimos». Así, la población no varía, sino que se desplaza en función de sus necesidades.
Pero también hay quien advierte del peligro de achacar toda desgracia al cambio climático. Según Blas Molina, técnico del área de seguimiento de aves de la SEO, se está convirtiendo en un recurso fácil para culpar del descenso a los imponderables y rechazar responsabilidades en la buena o mala conservación de los humedales. Aunque reconoce que, «es cierto que hay constatación de que ciertas especies, como los gansos, se van quedando cada vez más en Escandinavia».
Fuente: La Voz de Avilés