En España perdemos cada año 75.000 hectáreas de arbolado a causa de los incendios
Hay que desterrar la idea de un «bosque museo», y sustituirla por la de un aprovechamiento sostenible, aseguran desde el Colegio de Ingenieros de Montes
PILAR QUIJADA/
MADRID. Coincidiendo con el primer día de la primavera en el hemisferio norte y del otoño en el hemisferio sur, se celebra desde 1971 el Día Mundial Forestal, a instancias del Programa de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Una jornada que tiene como objetivo concienciar sobre los problemas que afectan a los bosques, así como fomentar su protección y conservación.
Objetivos que hemos de tener muy en cuenta en un país como el nuestro, que, con 10 millones de hectáreas desarboladas, cifra que supera el 18 por ciento de la superficie nacional admitida como límite medioambiental, es el único de Europa con riesgo de desertificación, incluido en el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA). Y es que como explica Alejandro Valladares, decano del Colegio de Ingenieros de Montes, «en España durante los últimos treinta años ha ardido una superficie equivalente a la Comunidad Valenciana, lo que supone más de dos millones de hectáreas de terreno arbolado, y eso hay que repararlo, porque España está al borde del desierto y éste avanza inexorablemente».
Escasez de repoblaciones
Desde 1973 se ha producido una reducción en los trabajos de repoblación que han pasado de las 120.000 hectáreas anuales a las 30.000 de la última década. Una cifra muy por debajo de las 75.000 hectáreas de arbolado que cada año son pasto de las llamas. Lo que significa que si no se ponen los medios adecuados, en el plazo de veinte años desaparecerá la cuarta parte de los 13 millones de hectáreas de superficie arbolada actual y cuatro millones de hectáreas perderán la capacidad de sostener cualquier tipo de vegetación debido a fenómenos erosivos. Esto ocurre, en opinión de Valladares, porque en España no existe una política de reforestación, y lo único que se ha ido haciendo hasta ahora es poner parches.
El decano del Colegio de Ingenieros de Montes aboga por una política forestal seria, rigurosa y coherente, permanente en el tiempo y no supeditada a vaivenes políticos, que tenga en cuenta que nuestro medio forestal es inestable por la pobreza general de sus suelos, la pendiente del terreno y el clima irregular y adverso.
Una política que debería contemplar los tres problemas graves que España enfrenta desde el punto de vista medioambiental: los incendios forestales, el avance de la desertificación y la actuación en las cabeceras de las cuencas hidrográficas para evitar que los embalses almacenen la tierra arrastrada por la lluvia en lugar del agua, objetivo este último que sólo se consigue, explica Valladares, repoblando las laderas que vierten en los embalses.
El ejemplo de Valsaín
Valladares estima que hay que desterrar la idea de «bosque museo», en el que sólo se puede mirar, y que es posible un aprovechamiento sostenible, de acuerdo con lo establecido en la Conferencia de Río. En este sentido, Javier Donés, director del parque natural de Valsaín, uno de los espacios protegidos más antiguos de España, señaló que una adecuada gestión contribuye a conservar el bosque y evitar muchos incendios y plagas. En Valsaín, el pasado año se aprovecharon 6.000 metros cúbicos de madera, que se extrae de forma muy selectiva y siempre supeditada a los requerimientos de la fauna que habita el bosque. Por ello, en las talas, se tienen en cuenta los periodos de nidificación de aves tan importantes como el buitre negro, entre otras, que hacen que este espacio esté considerado como una Zona de Especial Protección para las Aves. Los beneficios obtenidos de la comercialización de la madera revierten nuevamente en el monte.