Inclemencias naturales en América del Sur 2001-2002-2003 El mes de julio que terminó, veraniego y lluvioso para nosotros, a veces con peligrosas inundaciones, también fue de lluvias torrenciales, deslaves y nevadas inclementes en el invierno que viven los países de América del Sur. Consignamos tres casos que han llegado a ser dramáticos por las muertes que provocaron. Para nosotros pudieran parecer sucesos lejanos, pero acaecieron en países hermanos y afectaron a pueblos que viven en la pobreza y la marginación. Los describimos en cierto orden cronológico, aunque sus efectos perdurarán por mucho tiempo.
• Perú ha vivido semanas trágicas de fuertes nevadas y ventiscas. Todo pareció concentarse en departamentos surandinos desde Ayacucho hasta Puno, a orillas del Lago Titicaca, pero también ocurrió en zonas del Sur de Perú, como Arequipa y Tacna, frontera con Chile. Las temperaturas han sido muy bajas, de 20 grados centígrados bajo cero, y cabe destacar que por esas zonas rurales, y aun las citadinas, no es común que haya climas artificiales en las viviendas, ni barredoras de nieve en las calles. El gobierno peruano confirmó con realismo, al pedir ayuda internacional, que las nevadas «rebasaron la capacidad de respuesta del Estado». Se habló de más de 60 mil damnificados, y el número crecía.
Las cifras siguen siendo parciales, pues no hay comunicación terrestre y durante un tiempo no pudieron aterrizar aviones ni helicópteros con víveres, por el grosor de la nieve y las ráfagas de viento. A esto se aunó la dispersión de los caseríos, que dificultaba el lanzamiento de los víveres desde el aire. El panorama se volvió desolador. Se supo de miles de cabezas de ganado muertas, aun de especies endémicas de la región, como llamas, alpacas y las vicuñas de lana finísima, que supondríamos plenamente adaptadas a esos climas. Sólo en el Departamento de Cuzco se reportaron más de 36 mil cabezas perdidas.
Ciertamente, según se informó, hubo «esfuerzos heroicos para socorrer a las poblaciones afectadas». Las nevadas duraron tres semanas cuando menos. A esos trastornos se sumó el bloqueo de carreteras y del mismo Tren Andino, cuyo trazo alcanza las mayores alturas del mundo. Como dato curioso, las aguas del Lago Titicaca nunca se han congelado, aunque en Puno y Juli, sobre su ribera, se verifican 14 grados bajo cero. La creencia quechua asegura que cuando se congele el Lago, es que habrá llegado el fin del mundo.
• Casi simultáneamente, en el Oriente de Ecuador –sobre todo en la provincia amazónica de Morona Santiago–, territorio donde nacen algunos de los primeros afluentes amazónicos y bajan de las nevadas cumbres andinas, se sufrieron graves deslaves de lodo. En la población de Bombaiza se habló de un ciento de personas sepultadas, cuando se desmoronó la cumbre serrana y se deslizó el torrente por las quebradas. Los ríos Bobonaza y Pastaza son afluentes que se deslizan hacia el caudaloso Río Marañón, afluente del Amazonas. En tiempos normales son ríos navegables y constituyen una red fluvial de comunicación, pero en las estribaciones de los Andes, son corrientes torrenciales de fuerza inimaginable. Es la zona al Oriente de la ciudad de Riobamba, importante centro andino de Ecuador. Hemos mencionado sólo un caso, pero las autoridades recalcaron que los derrumbes ocurrieron en varios sitios durante estas últimas semanas. Se hizo la declaratoria de zona de emergencia. La neblina que emerge de la Amazonia montañosa impide los sobrevuelos de reconocimiento, y más todavía los acuatizajes que los hidroaviones cargueros y militares acostumbran hacer en esas regiones.
•
En Venezuela, las fuertes lluvias que han caído sobre el Estado de Apure, colindante con la frontera nororiental de Colombia, arriba de la ciudad colombiana de Arauca (también afectada), han cobrado víctimas fatales este año. Es región de afluentes que bajan desde la Cordillera de Mérida, cerca de las ciudades de Táchira y San Cristóbal; una red intrincada de ríos como el Apure, que cruza toda la región en su camino sinuoso hasta San Fernando Apure y su confluencia con el cauce del caudaloso Río Orinoco. Se creó un «puente aéreo» entre Caracas y San Fernando, en procura de trasladar a la población hacia zonas altas de Táchira y Barinas. Ya llegaron provisiones de alimentos y medicinas en aviones militares, pero ¿y su repartición? Estas poblaciones están como a 6 mil kilómetros de la capital. Claro está que escuelas, templos y aun hoteles, donde los había, se convirtieron en refugios. Las aguas afectaron zonas rurales, pero también poblaciones de mayor concentración poblacional, como Guasdalito, sobre el río Sarare.
Tres casos de inclemencias naturales. Debemos ser sensibles a esas tragedias, pues también México las sufre.
Mas información en La WEB:
http://lmmeteoven.org