Buenas tardes
Ya en otras ocasiones os he hecho partícipes de mi gran afición a hacer fotos de naturaleza. Lamentablemente mis dotes fotográficas y mi equipo no son destacables, pero sí cuento, al menos, con la suerte de conocer buenos puntos de observación de fauna que rara vez me decepcionan. A continuación comparto con vosotros una serie de imágenes que capté ayer en uno de mis habituales paseos vespertinos. En ellas podemos apreciar a las dos especies de grandes ungulados que más abundan en estas altas y frías tierras. Me estoy refiriendo, cómo no, a corzos y ciervos.
Paseando entre densas encinas, con tupidos enebros ocupando el estrato bajo, salgo a dar a dos pequeñas piezas de cultivo, una rastrojo, la otra trigos de primavera. En la primera, un pequeño grupo de corzos pace tranquilo junto a la línea de bosque. El fino oido de una de sus representantes se activa con el crujido de las ramas que yo piso, y me dedica está mirada tan bonita mientras recibe el sol de la tarde.
Un segundo después el grupo sale huyendo hacia el interior del bosque con ágiles brincos. Miro a mi izquierda, y descubro, a unos 300 m, sobre el verde y poblado trigo, a dos ciervas paciendo juntas, relajadas. No han advertido mi presencia pues sopla de norte y llevo el aire de cara. Poco a poco, me valgo de mi práctica (modestia aparte) para llegarme hasta muy cerquita de ellas. Una de ellas levanta la cabeza, tratando de localizar el origen de los sonidos que, aunque leves, son audibles a su eficiente oido. Para entonces yo he conseguido ganar una no muy mala posición detrás de una achaparrada encinilla. Desde allí, aprovechando la última luz de la tarde, lanzo cuantas fotografías puedo. De ellas, elijo dos para compartirlas con vosotros. La primera:
Mantengo un rato la posición, y, finalmente, me yergo y salgo a la vista, poniendo en fuga a las ciervas, primero a la de la derecha, como se aprecia en esta segunda imagen.
Eso es todo por esta entrega, ya habrá más.
Un saludo