Segúramente algunos lo habreis oído en algún medio de información estos días. La noticia me sorprendió el lunes pintando la casa de un vecino para ganarme unas perrillas extras. El trágico asesinato del joven Manuel Santos García alteraba la vida de este pueblo pequeñito de la provincia de Sevilla. Su apuñalamiento por la espalda a las puertas de una discoteca cualquiera ha conmocionado la rutina diaria.
El joven Santos tenía sólo 20 años, amaba todo tipo de deportes (era un portento físico de más 1,80 m) y trabajaba de peón de albañil desde hacía unos meses. Vivía deprisa y era un poco ligero de cascos. Su muerte me ha hecho reflexionar acerca de la vida, lo poco que perece que vale ya.
La vida es un suspiro y, en el colmo de la necedad, hacemos lo posible por acortarla. En especial, por acortársela a las demás. Hemos llegado a un punto que aniquilamos por el puro placer de aniquilar. Y lo que es triste de veras, incluso lo justificamos invocando ideas, libertades y leyes. Al joven Santos le quitaron la vida cuando ni siquiera había empezando a vivirla. Y con él se la quitaron a toda su familia.
El verlos era la imagen viva de la desolación. Su muerte es la nuestra, de alguna manera………estúpida ceguera humana…….nadie merece morir así.
Y lo peor de todo no es eso……….lo peor de todo es que era familiar directo de nosotros……
Por eso le dedico este reportaje de nubes que tenía por aquí, en el PC. Seguro que si las ves desde arriba te parecerán, si cabe, más bellas.
VA POR TÍ, MANUEL………dónde quiera que estés