El pasado lunes y martes, días 14 y 15, la borrasca Celia dejó un tiempo muy desapacible e invernal con un acusado descenso del mercurio además de dejar lluvia, granizo, nieve y sobre todo mucho viento y mala mar que generó algunos problemas en el tráfico marítimo entre islas. Los mejores acumulados oscilaron entre los 40 y 75 mm en puntos de medianías y cumbres que ocasionaron algunas escorrentías pero insuficientes para almacenar el oro liquido en cantidades apreciables de modo general. Las rachas de viento del NW superaron holgadamente los 100 km/h en medianías y cumbres destacando los 169 km/h en Izaña como racha máxima del episodio.
De momento se ha vuelto a la normalidad y solo nos queda de Celia la calima de retorno que irá desapareciendo a partir del domingo. Habrá que esperar al miércoles-jueves de la próxima semana para ver algo de inestabilidad y algunas precipitaciones en los nortes y quizás también en el sur de las islas de más relieve por nubosidad de evolución diurna.
Ahora que tanto predomina, sobre todo los medios, en achacar al Cambio Climático los fenómenos meteorológicos poco acostumbrados, comentar que la severa irrupción de polvo sahariano inyectado por la borrasca Celia sobre la península ibérica, tiene precedentes en otra no menos importante ocurrida en 1901, también en marzo, cuya extensión alcanzó las islas de Dinamarca.
Mientras languidece el periodo de precipitaciones importantes y generalizadas en Canarias, llama la atención un año más la ausencia de las clásicas borrascas del SW con sus temporales de lluvias, tormentas y vientos tempestuosos que ya suma más de una década si exceptuamos tres o cuatro borrascas medianamente decentes. Antiguamente, los agricultores del norte de GC, conocedores de la temperie por razones obvias, eran temerosos de los vendavales que soplaban todos los años porque les generaba pérdidas en la producción de plátanos, sabían por experiencia que un ligero soplo del SW constituía una seria advertencia a corto o medio plazo. El ilustre meteorólogo D. Antonio Naya Cristóbal, que tuvo la inteligencia de relacionarse con la gente del campo y de la mar tomando nota de sus experiencias que luego aplicaba al campo científico, cuando preveía un temporal de viento aconsejaba a los agricultores el horconado (apuntalar) de las plataneras para asegurar el racimo. Las grandes presas de GC solían llenarse en un periodo medio de cinco años, el último llenado ocurrió en 2011. Hablar de ello suena hoy a entelequia pero probablemente en el pasado hubo ciclos similares y esperamos, más pronto que tarde, regresen las deseadas borrascas del SW sub/tropicalizadas y sus frentes entrando por La Palma y saliendo por Lanzarote, reclamo de los aficionados canarios ansiosos de situaciones de alto voltaje.
Saludos.