Este jardín es mucho jardín, se trata de un jardín histórico-botánico fundado en 1850 por un riojano que dejó huella en la ciudad (no sólo por la creación de este jardín): Manuel Agustín Heredia. Merece la pena visitarlo por quién venga a pasar unos días a la ciudad.
Si alguien viene entre abril o mayo que no dude en ir a ver la glicinia en flor que se extiende en una pérgola de unos 50 metros. Las araucarias de más de 45 metros también son espectaculares.
Como curiosidad deciros que allí se han rodado anuncios como el de Café de Juan Valdés o en los 50 se rodaron varias películas ambientadas en la selva y una de las versiones de la Isla del Tesoro llevadas al cine. Hace poco se han rodado algunos planos de una peli de Robert de Niro (los puentes de san luis o algo así, que también se ambientan en la catedral de Málaga o en los desfiladeros del Chorro).
Para quién tenga tiempo que se lea este artículo de El Mundo de hace unos meses:
La primera sensación que se apodera del visitante de este bosque tropical es térmica. Pueden registrarse hasta tres o cinco grados menos que en el exterior, algo que se agradece sobremanera en medio de la canícula de julio y agosto. Más que un jardín, da la impresión de una auténtica selva tropical a tan sólo 15 minutos del centro de Málaga. Por algo Vicente Aleixandre describió a la capital malacitana como la ciudad del paraíso. Y éste parece su jardín del edén, que alberga una de las más importantes colecciones de flora tropical y subtropical de Europa.
Su creación se remonta a 1850. Símbolo exuberante de una brillante etapa histórica de Málaga, se gestó a partir de la fortuna que amasó Manuel Agustín Heredia (1786-1846), un modesto inmigrante riojano que se convirtió en el empresario más importante de la España de la primera mitad del siglo XIX. Entre sus propiedades se contaban los primeros altos hornos y ferrerías que hubo en el país y una activa flota de i8 buques. Sólo sus empresas siderúrgicas de Marbella y Málaga dieron empleo a 2.500 personas, entre ellas muchos gitanos que se adaptaron bien al duro trabajo del martinete, de donde ha derivado el palo del cante flamenco del mismo nombre. Aquí se han rodado planos del famoso anuncio del Café de Colombia –el que protagoniza el bigotudo Juan Valdés–, simulando la montañosa selva americana. También se rodaron películas como Los últimos de Filipinas, Balarrasa, Malokai, Erik el Vikingo y La mies es mucha, ésta última protagonizada por Sara Montiel. Hasta la mismísima emperatriz Sissi lo visitó de incógnito aprovechando una escala marítima en un crucero.
Según la leyenda popular, Heredia tuvo que mandar a Inglaterra a no pocos de aquellos gitanos con el fin de que se adiestraran en las nuevas técnicas industriales. Estos obreros trabajarían luego en la ferrería La Constancia. Pero como carecían de los papeles necesarios para el viaje, fue Heredia, haciendo uso de sus influencias, quién consiguió apadrinarlos a todos, dándoles su apellido. Todavía hoy, muchos descendientes de los citados “Heredia” afirman ser parientes de Manuel Agustín.
Sin embargo, Cristóbal García Montoro, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Málaga, no ha encontrado ningún documento que confirme la existencia de los viajes de los gitanos. Más verosímil y lógica parece la hipótesis de que, careciendo muchos de ellos de apellido, Heredia les prestó el suyo.
En realidad, el jardín de La Concepción fue creado, después de la muerte del empresario, por su hija Amalia. Ella y su madre compartieron la afición por la botánica, y encargaban a los patrones de los barcos flores y plantas de América, de Asia, de África y hasta de Australia. La madre las cultivaba en la Finca de San José, que en la actualidad alberga un sanatorio psiquiátrico, y Amalia enfrente, en la Finca de La Concepción.
TERTULIAS E INTRIGA. La creadora del jardín, Amalia Heredia Livermore (1830-1902), era una mujer inteligente y culta, dueña de una interesantísima biblioteca. Su marido, Jorge Loring Oyarzábal, era un hombre de negocios muy emprendedor. Ingeniero, construyó la línea de ferrocarril Málaga-Córdoba y realizó múltiples negocios en esta ciudad, poblada entonces por unos 80.000 habitantes y a cuyo puerto llegaban 2.000 buques españoles y 400 extranjeros al año. El viaje de novios de la pareja por Francia, Italia, Suiza y Alemania se prolongó desde mayo hasta Navidad y fue determinante para que cultivasen todas las inquietudes culturales que después plasmarían en su jardín y en el pequeño pero valiosísimo museo arqueológico que todavía perdura. “La Concepción”, asegura Del Cañizo, “además de ser el espléndido jardín tropical que ahora vemos, fue en su tiempo un centro social y cultural de primera magnitud, donde se citaron personajes como Cánovas del Castillo, el marqués de Salamanca, Francisco Silvela, Eduardo Dato...”. Se especula con que la restauración monárquica de i874 que convirtió en rey a Alfonso XII siendo un muchacho, operación promovida por el propio Cánovas, posiblemente fue gestada en La Concepción
Tras fallecer Jorge en 1900 y Amalia dos años más tarde, y debido a la decadencia económica de sus herederos, La Concepción fue adquirida en 1911 por Rafael Echevarría. Finalizaba así la vinculación del jardín con la familia Loring-Heredia. En 1943 fue declarado jardín histórico-artístico y en 1990 fue adquirido por el Ayuntamiento. El jardín tropical más hermoso de España fue abierto al público el 21 de junio de i994.
Esta tupida selva conserva auténticas joyas botánicas como la palmera reina más alta de Europa, de 27 metros, y una araucaria de 45 metros. El aire está impregnado por el aroma de magnolios, eucaliptos, algarrobos, higueras y glicinias, la planta emblemática del jardín. Lo primero que encuentra el visitante es un arroyo flanqueado por una Monstera deliciosa, más conocida como Costilla de Adán por la curiosa forma de sus hojas (los británicos, sin embargo, la llaman queso suizo por los orificios que la agujerean). Esta planta se llama deliciosa porque su fruto es comestible. Enfrente se arremolinan cañas de enhiestos bambúes, que alcanzan una altura de 12 metros.
Un poco más adelante aguardan dos gigantescos ficus de enormes raíces: un Laurel de Indias y un Macrophylla de aspecto imponente. Este ejemplar es uno de los árboles más importantes del jardín. Desde la glorieta del estanque se observa toda la floresta, que desde allí parece impenetrable. Destacan las palmeras de abanico californianas, también conocidas como palmeras con enaguas porque sus palmas secas se mantienen colgando durante largo tiempo. Pero si hubiera que seleccionar una planta emblemática, ésa sería la glicinia. Originaria de China, florece de forma espectacular en primavera con un seductor color añil o azul violáceo. De tallos muy leñosos y follaje caduco, puede alcanzar grandes tamaños apoyándose en verjas, pérgolas o árboles. Éste es el caso del cenador cubierto por glicinia trepadora, que a finales de marzo y primeros de abril atrae a más visitantes que en otra temporada del año para asistir al espectáculo de “la lluvia azul”. La glicinia ha llegado a romper el hierro de la verja en la zona cercana a un pequeño estanque rodeado de Costillas de Adán, allí donde a los niños se les cuenta que está la cueva del duende del jardín.
Otras joyas botánicas de esta selva malagueña son, por ejemplo, la palma real cubana, el legendario drago de Canarias, la bella jacaranda con su elegante floración morada o la denominada pata de elefante, una curiosa planta mexicana que llama la atención por su base hinchada en forma de extremidad de paquidermo. El ejemplar de La Concepción tiene 140. El buque insignia en cuanto a tamaño son las araucarias, los árboles más altos. Los troncos de esta especie, procedente de la isla de Norfolk (Oceanía), se usaban como palos mayores de los barcos. Uno de ellos alcanza los 45 metros de altura.
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