Si las emisiones de dióxido de carbono (CO2) continúan como hasta ahora, el pH podría disminuir hasta 0,5 unidades en el año 2100 esta sería la cantidad más baja que habrían experimentado los océanos en los últimos centenares de millones de años con el consiguiente riesgo para el desarrollo de corales y otras especies marinas calcificadoras.
Según registros fósiles los efectos químicos de la acidificación de los océanos duran unos 10.000 años y la recuperación biológica de los mismos necesita de millones de años.
La última vez que los océanos sufrieron ese cambio tan dramático fue durante la extinción de hace 65 millones de años, cuando los dinosaurios y muchas otras especies desaparecieron de la faz de la Tierra.
Como consecuencia los niveles de carbonato de calcio disueltos en el agua también están disminuyendo. El estudio publicado en "Nature" demuestra experimentalmente que, de continuar ésta tendencia, organismos marinos claves para el mantenimiento de la biodiversidad y equilibrio ambiental estarán en peligro. Organismos como corales, diferentes invertebrados con concha (caracoles, choritos, almejas, locos, picorocos, etc.) tendrán dificultades para mantener sus esqueletos calcáreos externos.
Según modelos matemáticos en el año 2050, las aguas superficiales de los océanos del sur van a comenzar a estar bajo el punto de saturación del compuesto aragonita, forma estable del carbonato de calcio.
Para el año 2100, estos puntos de baja saturación se extenderán a lo largo de todos los océanos del sur y en las regiones del Pacífico Subártico. Esta evidencia sugiere que las condiciones de acidificación en zonas de alta latitud, en los océanos del sur, pueden llevar, en las próximas décadas, a desastres de dimensiones desconocidas hasta hoy, causando la muerte de una gran variedad de organismos que sostienen los ecosistemas marinos
Los arrecifes de coral en áreas tropicales parecen resistentes a la acidificación actual y futura, pero nuevas investigaciones muestran que los corales de agua fría, recientemente descubiertos, son mucho más sensibles.
Los corales de agua fría se encuentran a profundidades de entre 2.000 y 3.000 metros en el Atlántico norte y sur, y en menor medida en el Pacífico norte. Descubiertos hace apenas unos 20 años, parecen ser bastante grandes y estar llenos de formas raras de vida marina, pero su extensión total no está documentada.
Las concentraciones de calcio en el agua de mar ya son menores en muchas áreas de los océanos del mundo y, para 2100, el 70% de esas zonas ya no podrán alimentar a los corales fríos.
Además, tampoco se reparte de forma uniforme en todos los océanos del planeta: la cuenca atlántica almacena el 23% de todo el dióxido de carbono antrópico, mientras que ésta representa sólo el 15% del área oceánica total.