QUÉ SON
Una vez al año, hacia el 17 de Noviembre, la Tierra cruza una corriente de partículas sólidas cuya procedencia está asociada al rastro que deja el cometa Temple-Tuttle.
Estos pequeños cuerpos, que miden típicamente como la cabeza de un alfiler, entran en la atmósfera terrestre a 250,000 km/h (70 km/s), desintegrándose en un rastro luminoso que produce el fenómeno visual conocido por meteoro o estrella fugaz.
Como parecen provenir de un punto del cielo situado en la constelación del León (Leo), reciben el nombre de Leónidas. Realmente las estrellas fugaces leónidas (así como otras lluvias de meteoros) siguen trayectorias paralelas, pero por efecto de perspectiva (como la hilera de árboles en una carretera recta) parecen diverger de un mismo lugar del firmamento.
Normalmente la actividad de las Leónidas suele ser de unos 15 meteoros por hora, pero cada 33 años el número aumenta espectacularmente. Así ocurrió en años como 1833, 1966 y en 1999. El 2002 se considera el último de los recientes años en que las perspectivas son espectaculares, aunque varían según el autor. Cuando el número de meteoros por hora supera los 1,000 se le denomina tormenta.
No todas las estrellas fugaces pertenecen a lluvias como las Leónidas, con un origen cometario. El espacio interplanetario está poblado de pequeñas partículas que pueden interceptar la Tierra y producir meteoros esporádicos, que podrán seguir cualquier trayectoria en el cielo. Si el cuerpo es más grande, el meteoro será muy brillante, dejando en ocasiones persistentes estelas gaseosas e incluso, en ocasiones, pudiendo escucharse sus explosiones. En tal caso se le llama bólido. Algunos bólidos pueden brillar más que la Luna Llena.
El cometa que produce las Leónidas fue descubierto independientemente en 1865 por Ernst Tempel y en 1866 por Horace Tuttle. Su órbita sigue una trayectoria elíptica en torno al Sol en 33 años y roza la de la Tierra. Cuando el cometa pasa por el perihelio (punto más cercano al Sol), expulsa bajo el calor solar una gran cantidad de granos, de diferentes tamaños. Los granos más pequeños se dispersan, produciendo los años normales de lluvias. Los de mayor tamaño permanecen más agrupados generando lluvias espectaculares.
Así, en 1833 el número superó los 100,000 meteoros/hora. Existen descripciones que hablan de que "caían como una intensa nevada". Numerosa gente salió a la calle espantada creyendo que había llegado el fin del mundo. El que habría de ser presidente de los EEUU, Abraham Lincoln, lo relató como "el día del Juicio". Existen registros documentados de las Leónidas desde el año 902.
Leónidas sobre la Torre de la Guaita unos minutos antes del pico de actividad en 1999