Hace mucho que se piensa que existe una relación entre las variaciones en el campo magnético terrestre, cuyo origen se encuentra en las profundidades de la Tierra y los sucesos en la superficie. Utilizando técnicas geológicas, los estudiosos de la Tierra pueden determinar la edad de las rocas y la intensidad y dirección del campo magnético terrestre cuando se formaron. Recípocamente, el conocimiento de cuándo se produjeron las inversiones magnéticas facilita a los científicos un método para fijar la edad de las rocas, puesto que dos secuencias de inversiones no son exactamente iguales.
Durante una invsersión geomagnética la tierra se enfría. El efecto es similar al de intensas explosiones de actividad solar que también tienden a enfriar la Tierra.Cuando el campo es más débil, la Tierra está más caliente por que en esas circunstancias los rayos cósmicos pueden penetrar hasta la atmósfera inferior y calentarla.
Otros medios por los que las inversiones magnéticas podrían afectar al clima es por la disminución de la pantalla protectora de la magnetosfera. Cuando la potencia del campo magnético baja, la atmósfera queda expuesta al viento solar y a radiaciones cósmicas de alta intensidad. El intensificado bombardeo podría alterar la composición de la atmósfera superior mediante la formación de más óxidos de nitrógeno, que detendrían más calor solar y en consecuencia alterar el clima. Durante épocas de intensa actividad solar, resulta afectado el clima de la Tierra; asi pues cualquier reducción en la pantalla magnética tendría un efecto similar. Las latitudes que son especialmente sensibles a cambios en la actividad solar serían afectadas de igual modo por una disminución del campo magnético terrestre. Como las inversiones magnéticas coinciden con la extinción de las especies, existe una posible conexión entre la pantalla magnética, composición de la atmósfera e incluso la evolución de la vida.
Aunque cambios en el campo magnético terrestre coinciden algunas veces con las variaciones en el volumen mundial del hielo, glaciaciones rápidas de corta duración y enfriamiento climático, todavía se tiene que probar de manera definitiva que esta relación no es pura coincidencia. Además, trastornos internos afectan al núcleo terrestre y provocan su autoinversión, dando como resultado un excesivo calentamiento que produce erupciones en el manto, y que se traducen en la superficie como un incremento en la velocidad de propagación del fondo marino a partir de un mayor incremento del vulcanismo, tanto en el fondo del océano como en los continentes.
Realmente terremotos de muy alta magnitud pueden hacer vibrar al mundo intensamente, como un graan timbre durante semanas; impactos de grandes meteoritos pueden sacudir repentinamente la Tierra. La atracción gravitacional del Sol y de la Luna pueden producir mareas en el núcleo fluído del interior de la Tierra. Existen variaciones en los elementos orbitales de la Tierra, tales como la excentricidad de su órbita, la precesión de los equinoccios y la inclinación del eje; también existen variaciones cíclicas en la actividad solar. Todos esos factores se podrían combinar para tener el mismo efecto sobre el campo magnético terrestre. Por consiguiente, las variaciones en el campo magnético podrían ser justamente otra expresión de los mismo fenómenos.