Cómo, incluso en una situación totalmente anticiclónica, nos puede sorprender una preciosa puesta de Sol.
Siendo como soy malagueño poco más que un par de veces creo haber subido al monte de Gibralfaro. Lugar turístico por excelencia por sus buenas vistas que desde él se contemplan.
Pero habían venido unos amigos ingleses con deseos de conocer la ciudad. Después de llevarlos a comer un buen plato de los montes se me ocurrió que tomar un café en el parador de Gibralfaro era una buena idea. Así que de monte en monte, nos plantamos allí. Empezando a anochecer se nos ocurrió subir a ver el castillo con tan mala suerte que estaba cerrado (horario de invierno). En esto que se me ocurrió buscar el mirador que por allí sabía que existía y del cual ni me acordaba dónde. Cual no sería nuestra sorpresa cuando de repente saliendo de entre la arboleda toda la ciudad se nos mostraba a nuestro pies.
Una suave brisa marina nos traia el aroma ligeramente salado del mar mientras unas pocas gaviotas se mecían suavemente en el aire por encima de nuestras cabezas. En el horizonte el mar y las montañas de Mijas y de la Serranía de Ronda nos mostraban un espectáculo que marcado quedó en mi retina.
Detalles:
Espero que os haya gustado.
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