Santiago de Chile, 17 oct (EFE).- Un total de ocho países de América del Sur llevarán a cabo un estudio sobre los impactos que pueda provocar el cambio climático en sus economías, informó hoy la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

La investigación examinará los costes de la adaptación, las tendencias en la emisión de gases de efecto invernadero y su potencial mitigación, iniciativa que complementa otras acciones ya emprendidas por la Cepal en Centroamérica, el Caribe y México.

En un seminario sobre "Cambio climático en América Latina: Impacto, posibilidades de mitigación y financiación" realizado en la sede del organismo regional en Santiago, diversos expertos discutieron sobre el papel que le corresponde a la región en el combate al fenómeno climático.

A la cita, organizada por la Cepal y la empresa Endesa Latinoamérica, asistieron representantes del Gobierno chileno, del sistema de Naciones Unidas, del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de universidades y de Organizaciones no Gubernamentales.

Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay se comprometieron en esta iniciativa, conscientes de que, cuanto más tiempo se tarde en alcanzar acuerdos, mayores serán los impactos negativos.

En la reunión destacó la presencia del enviado especial de las Naciones Unidas sobre el cambio climático y ex presidente de Chile, Ricardo Lagos; del ex gobernante de Costa Rica José María Figueres; y del economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, Augusto de la Torre.

Lagos abogó por elaborar un menú de alternativas para países de ingresos medios que permitan aportar en la tarea de reducir las emisiones contaminantes, como la creación de contribuciones monetarias para actividades que eviten, por ejemplo, la deforestación y también compartir con la comunidad internacional planes nacionales de combate al cambio climático.

O lograr acuerdos sectoriales entre industrias de similar productividad y tecnología sobre máximos de emisión, independientemente de dónde estén establecidas.

En tanto, el director de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la CEPAL, Jose Luis Samaniego, sostuvo que evitar incrementos de temperatura por encima de los dos grados centígrados demanda estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero con reducciones de 60% a 80% para 2050 por parte de los países desarrollados.

"En este contexto la participación de los países en desarrollo en los esfuerzos de mitigación aparece como inevitable, independientemente si éstos son voluntarios u obligatorios", recalcó.

Samaniego afirmó que las decisiones que se tomen hoy en materia de infraestructura conformarán el futuro que los países de la región enfrentarán en el marco de un régimen internacional que se supone continuará evolucionando, mucho más allá del 2010.

Una de las preocupaciones de los países en desarrollo es la posible imposición de barreras comerciales a los productos de la región con base en el carbono emitido durante su producción y transporte.



Texto plagiado íntegramente de: http://es.noticias.yahoo.com/9/20081018/tsc-paises-suramericanos-estudiaran-el-i-23e7ce8.html

Pues en las Antípodas están a vueltas con los impuestos de los pedos, pongo la noticia:

Impuestos "ridículos" con fines ecologistas


Los periódicos de Nueva Zelanda hablan estos días con ironía del "maligno lobby del pedo", un influyente grupo de presión que lleva cinco años organizándose y que podría decidir las elecciones que el día 8 de noviembre celebran estas prósperas y olvidadas islas del Pacífico. Se trata de gente de campo, ganaderos y pastores, que hacen lo que pueden para que la coalición que formará Gobierno tras la cita electoral no apruebe el "impuesto de la flatulencia", también llamado "tarifa apestosa", una tasa que ya intentó imponer el Partido Laborista en 2003 y que consiste en gravar los gases que emiten a la atmósfera las vacas y ovejas. Todo con fines ecologistas, para prevenir el efecto invernadero y el cambio climático.

Este país de llanuras verdes y amplia tradición ecologista, en el que los prados mantienen hierba fresca doce meses al año, está empeñado en cumplir con los compromisos de Kyoto. Para ello no le queda otro remedio que ponerle freno a las flatulencias y eructos de su boyante parque ganadero (45 millones de ovejas y 10 millones de vacas), responsable según diferentes cálculos de entorno al 55% de las emisiones de metano y CO2. El bucólico paisaje de su campiña es una bomba de relojería: una vaca neozelandesa cualquiera se come diariamente 50 kilos de hierba y expulsa unos 350 litros de metano y 1500 de CO2. A decir verdad, y a pesar del nombre con el que se ha bautizado el impuesto, el 95% de los gases salen por la boca, durante el proceso de rumia.

Ecologistas y políticos proponen sacrificar unas cuantas cabezas de ganado en nombre de Kyoto. Pero no es tan sencillo, ni bastan subsidios, porque la balanza comercial neozelandesa tiene una fuerte dependencia de sus excelentes carnes, que exporta por toda Asia, Estados Unidos y Australia. Para burlar un impuesto que ellos consideran ruinoso, los ganaderos han hecho de todo desde 2003. Entre otras cosas, han invertido varios millones de dólares en financiar la investigación de alternativas. Laboratorios pagados con los dineros del 'lobby del pedo' crearon recientemente un microbio modificado genéticamente que al parecer reduce los gases tras adaptarse al estómago de los rumiantes. El problema es que no siempre se adapta y que, de todos modos, resulta insuficiente para las exigencias del Panel sobre el Cambio Climático.

La lucha contra los "impuestos ridículos"

Desesperados ante la retórica ecologista, los grupos más beligerantes han organizado campañas públicas contra diputados y líderes ecologistas. Una de las últimas iniciativas consistía en enviar diariamente al Congreso paquetes llenos de excrementos de animales, una práctica que algunos tildaron de "terrorismo escatológico". Su causa, no es para menos, ha recibido atención entre diferentes asociaciones anglosajonas, como por ejemplo el Grupo de Lucha contra los Impuestos Ridículos.

El borrador de ley presentado en 2003, que los ganaderos consiguieron bloquear a tiempo, penaliza por cada litro de metano o CO2 que expulsan sus vacas a la atmósfera diariamente. Según algunos cálculos, una finca con 500 vacas podría llegar a pagar hasta 300 dólares al mes de "impuestos apestosos", fondos que irían destinados a pagar las subvenciones que ofrece el Gobierno por plantar árboles. La cifra anterior, en todo caso, palidece ante las que se barajan en los nuevos proyectos de ley presentados por los partidos ecologistas de cara a estas elecciones.

En algunos países, como Letonia, donde el "lobby del pedo" no se ha organizado a tiempo, el impuesto sobre los gases de los rumiantes es una realidad desde hace algunos meses. Ganaderos de España: vayan organizando su propio lobby. Por lo que pueda ir pasando.

Que noticias tan curiosas , viva el metano y abajo el invierno