LA LEYENDA DE LA PRINCESA ZAHARA Y LA CARA DEL MORO
Una de las imágenes más representativas de Alicante es el perfil de la sierra Benacantil, sobre la que se yergue la imponente fortaleza de Santa Bárbara, que tiene una curiosa forma que la gente denomina como "Cara del Moro" debido a su parecido con la misma.
En relación a este hecho hay una leyenda que nos cuenta que en la época de la dominación árabe gobernaba Medina Laquant (el Alicante musulmán) un príncipe que era cruel con los cristianos y que sólo tenía una debilidad: su única y bella hija Zahara.
En una ocasión, durante una fiesta, la bella princesa se retiró al patio de armas de la antigua fortaleza harta de los halagos y los melindres de sus enamorados. Estando allí contemplando el mar una voz le salió entre las negruras de la noche.
El joven le declaró su ardiente amor; ella admiró su valentía el presentarse ya que se dió cuenta de que era cristiano y, conmovida por su arrojo, le previno contra el peligro de su estancia en el castillo.
Seducida por el enamorado cristiano le ayudó a escapar por un pasadizo oculto y volvió a la fiesta más bella y radiante que nunca.
Su padre, al verla, tuvo la idea de ofrecérsela como esposa al Sultán de Damasco.
Mientras preparaba la petición al Sultán la princesa iba desmejorando día a día y a pasos agigantados. La alegría y la amargura aparecían en su rostro alternativamente por lo que la nodriza decidió espiarla hasta que vió que se veía con una persona que le hacía señales con espejuelos a los que ella respondía.
Un día vió como del pasadizo salía un joven cristiano, le decía su nombre, Ricardo de Oñate, un nombre que imposibilitaba su amor ya que su padre era uno de los nobles cristianos que más encarnizadamente luchaban contra el Príncipe. En ese momento decidieron unir sus vidas y huir de sus respectivas patrias para que su única patria fuera su amor.
Al ver la situación la nodriza corrió a contárselo todo al príncipe que, loco de rabia al ver sus planes destruidos por culpa de un enemigo cristiano, decidió esperar al cristiano en una de sus incursiones nocturnas para prenderlo y matarlo como espía.
Una vez prendido la princesa enmudeció de dolor y su piel se volvió cenicienta y sin brillo lo que conmovió el padre que decidió hacer una apuesta con ella. -"Si mañana aparece la tierra blanca te dejaré que te cases con él, y si no es así, morirá colgado de la torre más alta del castillo"-
Ante esta terrible condición, pues ella no había visto nevar en su vida, no pudo dormir en toda la noche orando por el milagro.
Ante el estupor de todo el mundo el campo amaneció nevado de azahar, la blanca flor del almendro, como nunca antes se había visto. Cuando fue a decírselo a su padre, éste, en su perfidia se volvió blanco y miró hacia la torre más alta donde pendía sin vida el cuerpo inerte de su enamorado cristiano.
Ella corrió hacia él y en un abrazo mortal se precipitó con su amado por el talud de la sierra. El padre, desesperado ante la muerte de su hija, se precipitó tras ella quedando destrozado por las chumberas a mitad del precipicio.
Y desde entonces la sierra tiene la cara del malvado príncipe, azotado eternamente por el viento y el tiempo inclemente.