Si, es algo que también pensé, echar una cañita en el Lierde. Pero llevaba muchos km bajo la lluvia y la nieve. Si hubiera sido de día...pero era imposible ver el cielo, así que... también era una decisión arriesgada.Ya se sabe que como le dé por precipitar en Canfranc, puede estar horas y horas.
Lo malo es que las decisiones hay que tomarlas en el momento. Ahora me siento como un árbitro viendo la moviola. Creo que, por suerte o por desgracia, llegué cuando más nevaba.
En fin, otra vez será. De todas formas, el viaje tuvo su encanto. La visión del doble arcoiris justo detrás de Huesca (uno de ellos muy brillante, el otro muy ténue e invertido), que parecían arrancar del mismo Salto de Roldán; luego la lluvia, nieve a la salida del túnel largo de Monrepós; otra vez lluvia, las torrenteras embravecidas, los ríos desmelenados; la cortina de nieve de Villanúa, con unos copos enormes; el regreso sorteando piedras y tierra en muchas zonas del Santa Bárbara, allí donde los materiales más deleznables habían sido arrancados por la fuerza del agua;los animalillos cruzando la carretera (hasta 8 veces tuve que esquivar ratoncillos y musarañas) y la niebla llegando a Huesca. Sólo faltó el cierzo en Zaragoza.
Saludos
PD. El pedante tono épico adoptado en el mensaje se debe a que llevo varias horas leyendo relatos de pirineistas de los siglos XVIII-XIX (Ramond de Carbonnières, Beraldi, Franqueville,ect.) y todo se pega.