Sí noreaster, por aquí tenemos la misma problemática y no sólo con jabalíes, sino también con ciervos y otras especies similares. Un amigo mío de un pueblo turolense cercano, cazador, muchas noches se ha esperado al lado de su huerto y ya se ha llevado más de un jabalí y ciervos o muflones, eso sí, siempre pidiendo permiso al forestal de la zona.
Siendo éste un planteamiento local y concreto del problema, el análisis de la realidad del medio rural lleva a la consideración global de más cuestiones. En un contexto de desarrollo integral, la presencia de especies salvajes no debería entenderse como una amenaza sino como una oportunidad para la valorización de la riqueza natural del entorno siempre que los agricultores vean recompensados los perjuiciones económicos que éstos les ocasionan. En comarcas como esta, la agricultura, además de cumplir con la función de producir materias primas, contribuye a la conservación del paisaje, la preservación del medio ambiente, el mantenimiento de la cultura y constituye una actividad económica para muchas familias.
Así, es necesario preservar el entorno como atractivo turístico y de ocio pero además es igualmente necesario reconocer el importante papel que los agricultores cumplen como integrantes de ese entorno social, económico, cultural y ambiental. Por eso, ya que el monte, en ocasiones, no proporciona alimento suficiente a las especies salvajes y éstas provocan daños importantes a los cultivos, ya que la riqueza natural es determinante en la valorización del medio rural y ya que el maíz que se comen los jabalíes es del agricultor que lo ha trabajado, hay que reconocer la función activa del agricultor en el entorno exigiendo, a los titulares de los espacios cinegéticos o a la administración pública competente, que establezcan las medidas oportunas (concesión de esperas extraordinarias) o que asuman la indemnización de los daños provocados por la fauna salvaje.