este articulo es del diario sur de malaga
MÁLAGA
MÁLAGA
Una clínica de alta montaña
Quedaron exhaustas tras pasar el Estrecho, expoliaron su nido o un disparo les quebró las alas. Hoy, estas rapaces son atendidas en el Centro de Recuperación de Especies de Tolox, el paso previo antes de volver a su hábitat
TEXTOS:/PILAR R. QUIRÓS / FOTOS: ANTONIO SALAS
RATONERO COMÚN. Tenía un traumatismo fuerte en un ala, pero ya está recuperado, por eso, la coordinadora del centro, Ana Naranjo, lo liberó, no sin antes ponerle una anilla para que, si es avistado, la Junta sepa de sus movimientos.
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ALGUNAS RAPACES
Águila real
Características: Es el ave más poderosa de la Península Ibérica. De gran tamaño, alcanza hasta 2,20 metros de envergadura. El ejemplar joven tiene un plumaje más oscuro. Puede levantar una oveja o una cabra en pleno vuelo.
Aguilucho cenizo
Caract.: Es grácil y esbelto, posee alas y cola largas y estrechas. Los machos son más grises y las hembras más parduzcas. Su máxima amenaza son las cosechadoras, ya que crían entre los cereales.
Cernícalo vulgar
Caract.: Se confunde con el cernícalo primilla, aunque es más grande que éste. Es la rapaz diurna más común de la Península Ibérica.
Ratonero común
Caract.: Tiene una coloración oscura en el dorso y en partes inferiores. Es de tamaño similar al águila calzada, pero de silueta más rechoncha. Común en Málaga
Águila perdicera
Caract.: Málaga posee una de las mayores poblaciones de águilas perdiceras de toda la Península. Sólo la supera en envergadura el águila real. Muy hábil en la caza.
Cárabo
Caract.: Rapaz nocturna, mediana, de forma compacta y redondeada. Su cabeza es ancha y sin orejas. Cría en los agujeros de los grandes árboles.
Halcón
Caract: Es protagonista de una de las más antiguas artes de caza, la cetrería. Tiene alas largas y estrechas y cola relativamente corta para maniobrar rápidamente cuando vuela a gran velocidad.
Lechuza
Caract.: Su cara es blanca y redondeada, y destaca por la gran expresividad de sus ojos. Tiene poderosas patas acabadas en grandes garras y pico fuerte. Nocturna.
Azor
Caract.: Es robusta y fuerte. Y destaca que es mucho más grande la hembra que el macho. Es de gris oscuro, destacando sólo unas franjas más claras en la cola y una línea blanca sobre el ojo.
Milano real
Caract.: Considerablemente grande, es fácil de distinguir en vuelo por la profunda horquilla de su cola. Los adultos presentan la nuca blancuzca y muy rayada de color pardo rojizo o negruzco.
Búho real
Caract.: Es la rapaz nocturna más grande de la Península Ibérica. De cuerpo fornido y complexión poderosa, tiene ojos redondos de color anaranjado, y un pico fuerte y negro. Verle cazar durante la noche es un privilegio que muy pocos han tenido al alcance de la mano
Águila culebrera
Caract.: El 95 por ciento de su alimentación es de culebras, por lo que es una rapaz muy especializada. Se cierne sobre las víboras pero evita su picadura, porque no es inmune a ella.
Ingresan más de un millar de ejemplares este año
JUAN se acerca sigiloso al voladero de aves. Callado, con una mirada profunda y tierna, se introduce en la jaula con la familiaridad que le otorga llevar 24 años al lado de las rapaces. Ellas no están aquí por gusto. Un día, sobrevolando las montañas, cayeron por desnutrición, chocaron con un cable eléctrico, algún desaprensivo les disparó o expoliaron sus nidos. Ahora, son invitadas de honor en una clínica, que es el paso previo para ser reintroducidas en su hábitat natural: las montañas de la provincia.
El Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (CREA) Pecho Venus, de la Junta de Andalucía, es un hospital para 'individuos' silvestres, salvajes. Desde su privilegiada atalaya, en las cumbres que circundan Tolox, las aves, junto con otros animales, sobre todo mamíferos y reptiles, reciben los cuidados que tendrían los humanos en una clínica de alto 'standing. Hoy, Ana Naranjo, coordinadora del centro, sube desde Málaga a ver cómo andan o vuelan sus 'pacientes', según se tercie.
En las jaulas
Ana se sitúa detrás de Juan Morero para entrar al voladero. No quiere que los búhos reales se estresen. Tras esos enigmáticos ojos naranja se esconde el rey de la noche, la rapaz nocturna más grande de la Península Ibérica. El visitante se queda extasiado observando el vuelo desafiante de un fornido ejemplar de un lado a otro de la jaula. Desgraciadamente, el traumatismo que tiene en un ala le impide remontar, y ésa es la razón de que esté aquí. Es irrecuperable para la naturaleza, pero a su lado un ejemplar joven, que dentro de poco sobrevolará estas cumbres, se esconde tras una madera. Está cohibido. Los visitantes son intrusos. Su vuelo desafiante es sólo una pequeña demostración de su instinto animal, la más básica.
Sin embargo, Juan anda como Pedro por su casa. Callado, atento y de cara noble, ha aprendido todos estos años que no hacer muchos aspavientos es una de las mejores formas de conectar con ellos. Sólo hay que observar diez minutos a Juan para ver que tiene maneras. Tanto que hasta Ana no duda en decir: «Contigo se estresan menos; fíjate hasta ha habido ejemplares que yo creía irrecuperables, y al final hemos acabado soltándolos, y eso es gracias a él».
Juan, cual rapaz, tuerce tímidamente su cara, y esboza una pequeña sonrisa cómplice. Que las aves lo quieren es un secreto a voces. En primavera, el pequeño ejemplar de búho real habrá echado todas sus plumas y estará preparado para hacerse un hueco en la naturaleza. «Tendrá que estar al menos un mes volando y tendrá que mudar el par de primarias (plumas)», indica Ana. En el caso de que no las mudase por sí solo, todo está pensado. El CREA dispone de un banco de plumas. Y también cuenta con un experto que es el encargado de atárselas al cañón (una parte del ala). Si finalmente echa sus plumas acabará desechando las postizas. Es algo así como tener una pierna ortopédica, pero con la salvedad de que las plumas son reales. Sin manufactura.
El siguiente voladero es el de las águilas culebreras. Aquí sí que Ana y Juan tienen que aguzar el ingenio para hacerles creer a estos inteligentes animales que lo que comen son culebras. Lo más parecido: las tripas de gallinas y codornices.
Presas vivas
El resto de las rapaces tienen una alimentación similar, pero no por eso menos exquisita: codornices y gallinas en invierno y ratones y perdices en primavera. Muy equilibrada. Juan se los suelta vivos en la jaula. Es la única forma de que no pierdan sus dotes cazadoras, muy necesarias si algún día tienen que volver a 'buscarse las habichuelas'.
Una de las águilas culebreras de dos años fue víctima de la expoliación de un nido. La robaron en Cortes de la Frontera y la criaron en una cajita impidiéndole que se desarrollase normalmente. Por eso, sus alas quedaron atrofiadas. «Cuando nos la trajeron aquí ya era tarde, ¿a quién se le ocurre criar un águila en una caja y dándole de comer mortadela?», dice Ana visiblemente enfadada. Al lado, un ejemplar más joven correrá mejor suerte: su recuperación es tan buena que volará libre en primavera.
Todos los 'pacientes' de este otoño e invierno tienen pico y alas. Ellos asumen, en muchos casos, un esfuerzo mayor cuando realizan el paso del Estrecho ahora en época postnupcial (después de haberse apareado en primavera). Pero es en la estación de las flores y durante el estío cuando el intenso movimiento de la fauna (generalmente en busca de pareja o las primeras salidas de las crías) conlleva la mayoría de los ingresos en este hospital.
Ver cómo un águila perdicera no logra remontar el vuelo es triste. Chocó con un tendido eléctrico, se quemó el ala y se la tuvieron que amputar. Pero todavía conserva un plumaje precioso y un porte altivo, el que indica que, de no ser por este percance, ahora sería una de las mejores de su especie.
En las habitaciones contiguas están los milanos, águilas calzadas, azores, halcones, dos cárabos , siete ratoneros comunes, cernícalos vulgares, aguiluchos cenizos y potentes águilas reales. De repente, una lechuza, que estaba a punto de ser soltada, se escapa. Ana sonríe y dice contenta: «Ya estaba harta de estar aquí».
Juan coge con un salabardo un ratonero común, que ya está listo para su reintroducción. En lo alto de la montaña, en el mirador, Ana lo agarra suavemente y lo suelta con impulso. Remonta y planea bajando lentamente hasta el valle. Ya no es un 'enfermo'. Es libre. Y verlo volar es todo un espectáculo. Ana y Juan lo siguen atentamente con la mirada. Sin su trabajo, este liberador vuelo no hubiese sido posible.