La lección que personalmente extraigo, es que esto debería suponer una cura de humildad a la prepotencia de la humanidad. Si una nación como la nipona, sumamente exigente con sus gobernantes, previsora, con una sociedad disciplinada y bien educada ante las consecuencias de este tipo de eventualidades, para mí, ejemplar en este sentido y no superada por ningún país, no ha podido hacer frente a sus propias responsabilidades en materia de seguridad nuclear, sencillamente ninguna nación está en disposición de afirmar que la energía nuclear es segura.
Seguridad entendida como ausencia de riesgo razonable, y riesgo razonable medido en atención a al alcance de sus consecuencias, así, no es equiparable la devastación de la rotura de una presa, o la explosión de una refinería, o una planta química, con la liberación de partículas o emisiones que escapan al alcance y control humanos y que pueden comprometer la seguridad de otros países, como probablemente suceda en este caso.
Hay un documental “into eternity” acerca del depósito en un almacén subterráneo en Finlandia de toneladas de residuos nucleares de larga duración (más de 100.000 años) y los dilemas que esto supone, dada la inabarcable magnitud de tiempo que va a sobrevivir este material –miles de generaciones– y de qué forma se puede advertir a los hipotéticos habitantes de nuestro planeta del peligro que supone este legado. Consideraciones éticas aparte del marrón que les estamos dejando, cómo transmitir esta advertencia a lo largo de un espacio temporal de esta magnitud...
Por otra parte, no se puede reducir la valoración del riesgo de las centrales nucleares españolas en términos de probabilidad de terremotos, o maremotos, del mismo modo que aquí es poco probable una catástrofe sísmica, en Japón sería impensable, como aquí sucede, que cualquier mindundi se pueda colar o encaramar en una central nuclear para colgar una pancarta. Si ese activista en lugar de ser de Greenpeace, es un fundamentalista o un perturbado, el panorama sería igual o peor que el que estamos viendo en Japón.
Irán no puede desarrollar centrales nucleares porque su marco político no es el adecuado a los ojos de Occidente, y sin embargo quién nos garantiza que Europa pueda mantener una mínima estabilidad política, cuando apenas hace 65 años de la derrota de la Alemania nazi, cuando nunca hemos conocido un periodo de paz tan duradero como el actual …
A mi modo de ver las cosas actualmente ningún país está en condiciones de garantizar una seguridad acorde al grado de responsabilidad que exige la generación de energía nuclear en los actuales términos, con el conocimiento de la técnica que disponemos, vivimos en un precario equilibrio bajo una falsa apariencia de seguridad.