Hola
Me alegro de la acogida que ha recibido este tópic, ya que así siento que no estoy sólo, y que hay sensibilidad, aunque no sepamos bien hacia donde desarrollar nuestra energía hacia estos asuntos tan vitales.
Precisamente, es que a veces incluso con la mejor voluntad de ayudar, en realidad no se sabe si se está ayudando o todo lo contrario
En ese sentido, os comento mis impresiones tras acompañar a una de las aldeas al que ejercía de médico voluntario en el proyecto. Estas visitas se hacen regularmente para poder asistir médicamente a las aldeas más remotas y alejadas del proyecto.
Así os podréis hacer una idea de lo que puede estar suponiendo el reparto de medicinas en la selva por parte de la ONG, y en cómo lo que se hace con la mejor voluntad de ayudar, se puede convertir en un desastre...
En la visita pude comprobar in situ el trabajo que se realiza habitualmente en este tipo de visitas, con una posición privilegiada, ya que para los pacientes yo era como un médico, pero el no estar tan involucrado en el trabajo me permitía observar todo lo que pasaba dentro y fuera mientras se pasaba la consulta.
Mis conclusiones también se basan en lo que hablé con otras personas en el proyecto.
Resumen de la visita:
Llegamos y montamos la clínica, y el médico y el promotor de salud sacaron todas las medicinas y las colocaron sobre una mesa, e inmediatamente comenzaron a llegar las primeras mujeres con sus hijos.
Foto1: médico y promotor de salud colocando las medicinasYo me dedicaba a observar, hacer de intérprete entre el inglés del voluntario y el español del promotor de salud, y tomar nota de lo que más me llamaba la atención, para mi diario de viaje.
El aspecto que daban los “pacientes” en general era de personas sanas, bien alimentadas, criadas en un ambiente muy natural y con mucho ejercicio físico. Sólo ponían cara de lástima cuando relataban sus dolencias, pero no el resto del tiempo.
Los únicos casos que claramente tenían algo eran algunos de los niños, que presentaban diversos tipos de granos en la piel, como más adelante te comentaré.
Prácticamente con cada paciente se repetía la misma secuencia:
Llegaba una paciente nueva con sus hijos y se sentaba, empezaba por decir lo que tenía uno de los niños: “tiene fiebre y diarrea”, el voluntario ponía el termómetro y no había fiebre (creo que no hubo ni un solo paciente en todo el día que presentara fiebre, y sin embargo casi todos dijeron que tenían), lo auscultaba y lo notaba bien, el niño mientras como si fuera un juego, sin aspecto en absoluto de tener nada. A base de mucho preguntar, a lo mejor resultaba que la “presunta” diarrea había sido semanas atrás.
Tras deliberar, voluntario y promotor de salud decidían finalmente qué darle a la madre para su niño (aspirinas, astringente, calmante…). Al final siempre le daban algo, lo que fuese, y entonces la madre empezaba con el siguiente hijo: “le duele el oído”. Lo mismo, exploración del oído y no hay nada, le tocan y dice que no le duele, fiebre tampoco… a lo mejor decía la madre que era el oído derecho y la hija que era el izquierdo, y al rato cambiaban…, pero al final había que darle algo a la madre para su hija. Así hasta terminar con los hijos y entonces la madre empezaba con ella misma…, que por supuesto también tenía algo, lo que fuese, por ejemplo que “le dolía mucho la garganta”… y lo de siempre, exploración sin resultados: ni fiebre, ni anginas, ni nada, pero “había que darle algo”
Al final todas las mujeres que fueron llevaron alguna medicina, tanto para ellas como para sus niños.
Se notaba que cuando les daban sus medicinas alegraban la cara. Ese parecía ser el objetivo con el que iban a la consulta…
Hay que tener en cuenta que al hablar de mujeres, madres de 3 o 4 hijos, realmente estamos hablando de jóvenes de unos 20 años o poco más, y tal vez sin estudios.
También se notaba que el rango de enfermedades que decían tener era muy limitado: dolor en alguna parte del cuerpo, mareos, tos (aunque no vi toser a nadie), fiebre (que nadie tuvo), diarrea (tampoco nadie mostraba síntomas reales de tenerla), gripe y problemas en la piel. Ni siquiera vi a un solo niño llorar en toda la jornada.
Daba la impresión de que llegaban a la consulta y que allí tenían que decir que estaban enfermos de algo…
Más aún: cuando les explicaban la dosis estoy convencido que no se enteraban, ya que ni una sola mujer preguntó para asegurarse de haber entendido bien. Una vez con la medicina en la mano ya todo estaba bien y dejaban de preguntar o comentar nada.
Y lo más grave, tampoco tenían cuidado de que los niños no jugaran con las medicinas. ¡¡¡Llegué a ver una niña sacándose de la boca una crema antibiótica destapada!!!
Mi impresión es que aquella visita era un acontecimiento importante para una aldea al que van tan pocas personas, y que las mujeres aprovechaban para llevarse para sus casas el máximo de las “cosas que curan”.
Otro día que tuve la oportunidad de visitar otra aldea con un alumno del proyecto, pude entrar en una vivienda y de esa forma conocer el lugar de destino de las medicinas. En esas casas no hay apenas nada, de manera que conseguir algo tan extraordinario como un producto que viene de fuera de la aldea, envasado, con diferentes colores, muy distinto a los productos que ellos tienen, que te lo da un “médico” y que encima te dicen “que cura”, es una oportunidad que no se puede desaprovechar. El propio alumno nos enseñó una medicina que había por su casa y que estaba al alcance de sus hermanos pequeños, y nos preguntó “qué curaba”.
Había niños que sí presentaban extrañas erupciones cutáneas, de aspectos muy distintos de unos niños a otros, aunque a ninguno parecía molestarles. Voluntario y promotor de salud no sabían de qué se trataba, y para poder decidir qué medicinas aplicar, tendían a decir que era sarna, lo que es absurdo, ya que si una de ellas consideraban que lo era por el aspecto y distribución que presentaba, entonces las otras siendo tan diferentes en su aspecto no podían serlo. Además, cuando el promotor de salud daba la medicación contra la sarna, decía que como se contagia, mejor se lo aplicaran todos los miembros de la familia, aunque no tuvieran granos.
Foto2: Un joven paciente con el termómetro en el sobaco. ¡Vaya nanos más encantadores!Es lógico pensar que esas reacciones en la piel puedan deberse a los medicamentos que los niños hayan podido tomar en exceso tras las visitas médicas anteriores… sólo hay que leer en los prospectos de los medicamentos donde se explica los efectos que puede tener sobre los niños el empleo inadecuado y excesivo de los medicamentos,
El voluntario por lo que entendí, ni siquiera tenía la carrera terminada, y en cualquier caso, siendo procedente de un país europeo se le veía muy poco práctico en enfermedades tropicales. Además el estar en un país extraño, donde ni siquiera podía hablar español le limitaba mucho. Menos mal que yo estaba entre él y el promotor de salud para traducir inglés a castellano, que el promotor traducía a que’chí.
A medida que fue transcurriendo la jornada el voluntario se mostraba cada vez más cansado, lo que es lógico por el esfuerzo que había de realizar tratando de diagnosticar enfermedades extrañas, por el esfuerzo del idioma, haberse levantado temprano, el viaje a la aldea, el calor, el estar en un país lejano, etc. Esto hacía que su participación en las decisiones fuese cada vez menor, delegando en el animoso promotor de salud.
Éste, por el contrario estaba en su medio, experimentado en un trabajo que lleva años haciendo… su papel fue decisivo en todo momento, ya que estimulaba continuamente a dar medicinas a las personas, “había que darles algo”, y como el voluntario era muy joven e inexperto y recién llegado, cedía.
Al final había momentos en que claramente el promotor de salud decidía qué medicación dar, y de hecho, cuando ya se había cerrado la consulta y el voluntario se echó a descansar, el promotor de salud repartió algunas medicinas más a algunas personas que se acercaron.
Cuando nos íbamos, el promotor de salud se felicitaba porque nos habían visitado 37 pacientes en una aldea de 24 familias.
Foto3: El promotor de salud, medicina en mano, y una joven madre y su peque a la espera de decisiones...Yo no tengo dudas de la buena intención del promotor de salud, que creía estar haciendo bien a las personas al repartir medicinas en las aldeas. Su mentalidad era “
cuantas más medicinas repartamos más hemos ayudado a estas personas”. Por su parte los habitantes de las aldeas quieren medicinas. Todo encaja. Pero el promotor de salud no es médico ni parece tener ni ligera idea de las consecuencias que el uso indebido y/o el abuso de medicamentos puede tener en las personas.
Foto4: Imagen desde la clínica de campaña. A veces venían niños a bañarse al río o a hjugar al futbol... casi nada el espacio del que disponen sin peligros de coches, robos... y en plena naturaleza.
Los bloques los traen por el río (unico acceso a la aldea) para la iglesia nueva, única edificación del poblado que será de bloques... parece que es la gran ilusión de sus habitantes, tener una iglesia "como Dios manda".Otro efecto que este reparto fácil y abusivo puede estar teniendo en las poblaciones nativas es una pérdida de conocimiento y confianza en sus remedios medicinales tradicionales. Habría que hacerles valorar sus conocimientos y los de sus curanderos, que a veces pueden ser muy efectivos y sin efectos secundarios. Explicarles que la medicina occidental es mucho más agresiva, y que a ella se debe acudir sólo cuando realmente es necesario y respetando las dosis correspondientes.
Para terminar una anécdota: después de ver tantos pacientes sin síntomas reales de enfermedad, en un paseo posterior que nos dimos por la aldea, entramos en una tienda donde vimos que el que nos atendía tenía sus brazos en carne viva por haber estado todo el día trabajando con cemento en la construcción de la nueva iglesia del poblado, sin haber evitado el contacto del cemento con la piel. En ningún momento nos lo comentó como algo grave, o solicitando nuestra opinión, sino como una curiosidad. Ni se le había pasado por la cabeza ir a la consulta. Un caso realmente claro de algo grave, y no vino a la consulta...
Saludos, amigos
Fer