Una de las mayores incertidumbres que existen es el aporte de CO2 a la atmósfera de los volcanes y cuantificar su relación con las emisones antropogénicas y por tanto su posible contribución al cambio climático. Se conoce bastante bien el aporte visible, a través de fumarolas o plumas, que se estima en unos 150-250 M de toneladas al año, cifra que supone aprox. un 1 % del total de emisones de origen antropogénico. Pero un volcán no desgasifica solo a través de las fumarolas; también lo hace por medio de la emisión difusa de CO2 y ésta se da en todo el edificio volcánico y no solo en el cráter. La cantidad emitida por este medio multiplica varias veces la emisión visible del volcán. Así, el Teide emite de forma visible, por medio las fumarolas, 3 toneladas de CO2 al día, pero la emisión difusa, no visible, es de 200 toneladas /día.
La emisión difusa de CO2 se puede medir en modo continuo, con estaciones geoquímicas fijas como la de la
imagen. Pero eso sería válido para conocer su valor en lugares muy concretos y para programas de vigilancia volcánica es necesario la medida en modo discreto, ya que el área a abarcar es muy grande, por no hablar de lo remotas e inaccesibles que son. Para ello se tiene un equipo portatil, una mochila donde va montado el maletín naranja de la foto.
El Instituto Tecnologico de Energías Renovables (ITER), con base en Tenerife, tiene una división de medio ambiente que monitoriza la contaminación atmósferica y también lleva a cabo labores de vigilancia volvánica. En septiembre de 2005 tuve la suerte de acompañarles en una campaña en el cráter del Teide. Lo que en principio parecía una bonita experiencia: "dormir" a 3500 metros de altura; conocer como reacciona el cuero humano al ser sometido durante horas ante una atmósfera enradecira (pobre en oxígeno), con una humedad relativa por los suelos y una presión < de 700 hPa, no lo fue tanto al ser consciente de que realmente era un sherpa que acarreaba el material a la cumbre, en espera de la llegada del equipo científico a la mañana siguiente, si bien el atardecer y el amanacer contemplados bien merecieron el esfuerzo. Lo impagable fue la sorpresa de pasar de ser un mero observador a participar activamente en la medida de emisión difusa de CO2 en el cráter del Teide. Pude conocer, en carne propia, como lo hacen y entender cúan dificultoso es su trabajo. Si en el crater nos llevo casi una mañana, imaginen lo que cuesta un edifico volcánico... días trotando por lugares inaccesibles y terrenos peligrosos.
Por eso es tan poco conocido el valor de esa emisión difusa de CO2 por los volcanes. Pero ahora lo es menos. El proyecto
Global Volcano CO2 ha permitido evaluar la emisón difusa de CO2 en volcanes activos de Galápagos, Ecuador continental, Islandia, Japón, Cabo Verde, Nicaragua, Filipinas, Papua New Guinea, así como en el volcanismo intracontinental Europeo (Laacher See y West Effiel, Alemania; Chaine de Puys y Lac Pavin, Francia; Olot y Calatrava, España peninsular).
Todavía no hay resultados definitivos, pero sí
una primera estimación que aumenta el valor de la emisión visible de CO2 en un 400%. Aún así, no pasaría de un 4 % con respecto a la emisones antropogénicas.
Saludos.